viernes, 4 de mayo de 2018

Madame Ring Ring

Lo publiqué por error, jeje. Lo que importa es "El imperio de los sentidos".

Cada historia tiene muchos lados y tantos ojos para contarla como personajes involucrados.

En ésta la segunda versión me importa un pito y es de quien hace años secuestra mis teléfonos hasta inutilizarlos. Una de cada cien llamadas indistintamente es para acusarme de destruir la vida de una mujer o declararme su amor, y en el resto hay un ni pío mil veces más gritón.

Unas y otras sin variar conducen al vomito, que las mentiras propias se atascan en el gañote pero pasan, y las demás, claro, no.

-Menudo castigador -dicen quienes se enteran del asunto, con obvía ironía pues no doy para castigar ni a la gallina del Cuatro todavía meses después de que hicieron caldo al quiriquiqui que le cumplía.

Es sólo que la secuestradora nació para la tortura propia y ajena y no bastándole la autosatisfacción, sin nadie más a mano me ocupa.

Ayer puse en los diarios un clasificado solicitando bomba atómica de deshecho o tanque de segunda. De la Europa del Este llovieron ofertas con las que incluso mi magro bolsillo puede.

Imaginé la escena con sus efectos colaterales y me decidí por la tradición nacional: el picahielo.

De modo de dejar mi huella justiciera, a fin de reproducirlos conté los orificios del auricular y por la noche toqué en la puerta de la señora.

Tuve problemas para encontrar espacio entre el cilicio, soporté luego el placer de ella con cada entrada del filo y al marcharme supe que finalmente me había ganado: mis tripas eran un nudo enfermo y con un aire de descanso su alma tomaba rumbo al destino mucho tiempo atrás deseado:
Yacía en cama recuperándome de la escena cuando escuché el Ring... con el inconfundible tono de la dama. Era para contarme el terrible aburrimiento de su nuevo hogar, mala copia del interno del cual huía.