la Imprecisable, La ya sabes quién de mi graduación y la Mal nombrada. Están en su plena juventud cuando entro a la vejez y no sé si confirman los buenos motivos de mi terquedad en precisar los géneros.
Hace mucho vivo obsesionado
con Monelle, la joven descubierta por un gran escritor como hermana de la
prostituta que Napoleón encontró a las puertas del palacio real para
descansar la atribulada alma, y de la que acogió en el peor momento a Raskolnikov*:
"Monelle me encontró en la
llanura, por donde yo andaba errante, y me tomó de la mano:
"-No te sorprendas -me dijo- soy
yo y no soy yo. Me volverás a encontrar y me perderás.
"Una vez más volveré entre
vosotros; pues pocos hombres me han visto y ninguno me ha comprendido.
"Y me olvidarás y me reconocerás y me volverás a olvidar".
La sabiduría de la joven se me escapa, y aun así me declaro representación suya.
"Y me olvidarás y me reconocerás y me volverás a olvidar".
La sabiduría de la joven se me escapa, y aun así me declaro representación suya.
Lo femenino y lo masculino existen en
verdad, juraría, S y E. El cómo es un misterio. A ratos no sé cuánto
contradicen las identificaciones tradicionales y a cambio apostaría resultan
realmente del exilio insobornable de nuestra especie.
En el departamento donde Él y Ella
descubrí el ritmo de la tierra...
Me detengo pues quien lea eso sin
conocer Desde la azotea, nietos, puede
confundirse. Luego lo pienso un segundo y me tiene sin cuidado. Preparamos la
última gira y el ofrecimiento a los invitados es al Caos, ¿no?* Monelle, Marcel Schwob.