domingo, 22 de abril de 2018

Monelles y no

Están allí la Niña de quien les hablé, Ohsis, y la Inesperada, Mía y Purple Rain, y la ¿Me perdonas?,
la Imprecisable, La ya sabes quién de mi graduación y la Mal nombrada. Están en su plena juventud cuando entro a la vejez y no sé si confirman los buenos motivos de mi terquedad en precisar los géneros.
Hace mucho vivo obsesionado con Monelle, la joven descubierta por un gran escritor como hermana de la prostituta que Napoleón encontró a las puertas del palacio real para descansar la atribulada alma, y de la que acogió en el peor momento a Raskolnikov*:
"Monelle me encontró en la llanura, por donde yo andaba errante, y me tomó de la mano:
"-No te sorprendas -me dijo- soy yo y no soy yo. Me volverás a encontrar y me perderás.
"Una vez más volveré entre vosotros; pues pocos hombres me han visto y ninguno me ha comprendido.
"Y me olvidarás y me reconocerás y me volverás a olvidar".
La sabiduría de la joven se me escapa, y aun así me declaro representación suya. 
Lo femenino y lo masculino existen en verdad, juraría, S y E. El cómo es un misterio. A ratos no sé cuánto contradicen las identificaciones tradicionales y a cambio apostaría resultan realmente del exilio insobornable de nuestra especie.
En el departamento donde Él y Ella descubrí el ritmo de la tierra...  
Me detengo pues quien lea eso sin conocer Desde la azotea, nietospuede confundirse. Luego lo pienso un segundo y me tiene sin cuidado. Preparamos la última gira y el ofrecimiento a los invitados es al Caos, ¿no?

* Monelle, Marcel Schwob.