lunes, 7 de mayo de 2018

Una ventana

En el Bloginstagram hecho para musicalizar mis fotos, hay una de doce años atrás.
Como muchos entonces, estoy dando una charla al campamento que nuestro hoy casi seguro próximo presidente encontró como dudosa respuesta al fraude no en contra suya o solo suya sino también de millones hastiados por la siempre detestable situación nacional. 
Cinco años después me tomaron esta, al fondo con el micrófono, cuando nos preparaban otra dosis, ahora a fuerza de monumentales recursos sustraídos al erario público -la tomaste tú, platónico amor de diecinueve años entonces; desde allá volteé sintiendo tu mirada que se clavaba conmovedoramente en mí y, como sucede en ese tipo de momentos, estuvimos a cinco centímetros. 
Vivía ya, nietos, en el departamento que habito a cuatro cuadras del monumento, donde pasaba los días tendiendo puentes con estudiantes para quienes ese espacio se volvió un hogar, entre comisiones, asambleas, poco asépticas tiendas de campaña, jeje, comedores improvisados, romances y sueños, cuya memoria sin duda les acompañará hasta la muerte.
Empecé a tener entonces a las hermanitas y hermanitos en los cuales están incluídos ustedes, con quienes compartiría luego un segundo, más apasionante plantón allí mismo, que resultaba de mil fotos como esta: 
Mi casa era ideal para que su caterva juvenil, jeje, tomara aliento o desfogara deseos sexuales -hasta romper una cama, cabrones- o improvisara fiestas o sin más les sirviera de domicilio, viviendo a hora y media o dos y cien pesos para transportes -o cinco minutos y un boleto de Metro, más jeje.
El último viaje demanda cerrar las puertas conmigo dentro y ya no hay solo tufo a tabaco sino humo acumulado de cincuenta reglamentarios cigarrillos diarios. 
Cada vez más cadavérico, no importa cuánto bien coma, duerma, me ejercite, hoy un iluminadora solución -no paramos en jeje- vino a mi mente y celebrando setenta y un años de vida planteéles a los hijos: Cómpreme el extractor de humo que el salario autorebajado no permite costear. 
-Mejor una ventana -dijeron al unísono con las nueras. -Nosotros nos encargamos. 
Algo impreciso resonó en esta genial cabeza, para solaz de una carcajienta Tic, cuyos oficios no me devuelven todavía el multicitado cuarto sobre la azotea.
-¿Estás en el escritorio, verdad? Voltea frente a ti. ¿Que encuentras?
-El patio de nuestra privada.
-¿Cómo?
-A través del encuadre que copia los del cine nacional en sus gloriosos tiempos -contestósele apelando a una frase que tengo bien hecha.
-¿Quién encuadra? 
-No seas bruta, amita: la... ventana. Oh, my God.
-¿Qué llevo años refregándote?
-¿En referencia a cual de cien cosas, si para castrosas te pintas sola? -más jeje.
-¡El tapiado que hicieron los albañiles cuando repeñaron y te dio pena reclamarles, y la reja!
-Es tan bonita...
-¿Qué harán con ella tus hijos?
-Retirarla. 
-Luego, entonces.
-Espera. 
Whatsappeo:
Olvídenlo, yo lo arreglo. 
Puse las fotos aquí pues cuando esta noche los susodichos subieron una conmigo y E y S, decidí el suicidió por mi terrible aspecto y necesitaba documentarme como ser medio normal, jeje... y muy combativo, jeje.
-0-
¿Que doy datos que no debiera? Nuestros servicios de inteligencia son idiotas, pero no tanto, jeje. 
Me gustó mucho en esta foto de hace dos años.
           
         









"Nada demasiado específico
"Nada demasiado científico
"Pienso solo en una serie de sueños"
(Usted canta, Mr. Los demás vivimos nomás.)