-Cínico, si jamás vas a las sesiones, aunque son en tu cuarto.
-Este, este... Espera, pongo música.
-Pin Lynch, siempre metiéndose donde no debe.
Bromeamos en este diálogo que se produce y no invento, como el anterior o los infinitos a solas sin registrar.
-¿Qué hiciste hoy?
-Fui por mi verdadera droga...
-¿La farmacológica?
-Sí. A casa de la Lic. Tenía sobrantes y como ayer no me atreví a pedirle receta a F, quien acaba de parir. Tiene un niño lindísimo.
-¿Le damos un hermanito a N?
-¿Vía espíritu santo, sino prestas ni la risa?
-Ven por ella.
-¿Ella?
-La risa, jeje.
-Ya, seño.
-¿El único que bromea aquí eres tú?
-¿Así?, obveo, como dicen.
-Te cayó la policía.
-¿Eh?
-En el cuaderno erotic, jeje.
-No entras a ese lugar. ¿Qué te picó?
-Los celos, obveo.
-Deja de remedarme.
-¿Solo buscar pastas hoy?
-Me acompañó la hija putativa para ayudarla en un espacio cultural de Tepis.
-¿Tepito?
-Ey. Y llené unas cartas responsivas.
-What?
-No sabes nada de tramitología, chale. Eres almita pura.
-Modestamente...
-Por eso tu inmadurez. Hasta que no conozcas la burocracia no podrás recitar el ave fenix.
-¿De qué hablas? Espera... "Poema de Lactancio, padre de la Iglesia nacido en el norte de África", dice el tumbaburros, como lo llamas.
-No. Es una diazmironada: "Hay plumajes que cruzan el pantano
y no se manchan".
-Ah.
-¿Nacido en el norte de África?
-¿Que tiene?
-Como Terencio. Entonces...
-No empieces.
-Los tabacodependientes somos así.
-¿Necios?
-¿Por tontos o tercos?
-Para, jeje.
-Quiéreme y mi loca cabeza reposará.
-¿Más?
-¿Estás perdidita por este viejo?
-Me refería a tu cabeza reposada...
-Somos dos quienes desvarían. Te advertí: pongamos vidrio entre nuestras vidas, para que no respires mi humo.
-¿Ves? Pin Mr. David metiche. Aguanta, le doy publicar a esto, para tranquilizarme.
-0-
No más diario por hoy. Así ella no husmeará ya y podré decir que fantaseé con su regreso a la casita.
Gracias niña...
Con tus ojos negros como el carbón..."