Me pasé de melodramático.
Toca ordenar esta madre cuadernil.
El niño en mí estuvo siempre y de posada: "No quiero oro, no quiero plata/ yo lo que quiero es romper la piñata".
Soy tu viejo, solo eso, con su cursi azotea habitada por una meliflua corte de medianoche, desde donde escucho a Lucha Reyes como cuando le hacías segunda, Menudita
Ve a Don Nadie, que a orgullo lo tiene y sabe: Si hay revolución mundial no seré el ayudante, aunque se me vea marchando por pueblos y ciudades cuyas calles desconozco.
Hubo barricadas, ¿recuerdas?, con Lupitas que las levantaron, hace cinco, seis, siete años, y llegué apenas a los campamentos donde encontraban refugio.
Ahora volveré al Santo Lugar como antes, a lo fatigado esta vez.
-¿Denme refugio por una noche? -pediré a San, Lety, Ángel, Samuel, sin fuerza para hacer la vuelta al cobijo hasta el día siguiente.
Y así tú y tu N seguirán siendo amores por pantalla, a quienes besar comedidamente cada tanto entre playas y esteros.
Mirá que bónita le está quedando la cocina al Nuevo, que jamás te vio.
Por allí flotabas en tus salidas nocturnas, tan irredimible como Suertudo luego, muerto a lo Espartaco.
Sí, necesito una épica personal, antes y hoy. Deja entonces que ponga la obligada.
Mientras afuera cuentan votos.
¿O jugaré al fin dentro de un partido, aprovechando la derrota morenosa en la ciudad, por ver si acaso...?