lunes, 7 de junio de 2021

Cantaleta

Me pasé de melodramático.

Toca ordenar esta madre cuadernil.  

El niño en mí estuvo siempre y de posada: "No quiero oro, no quiero plata/ yo lo que quiero es romper la piñata".

Sobreviví, Tic, y no me refiero al Covid. Tampoco hablo de hambre, que bien pudo alcanzarme. Es el orgullo quien salio adelante en mi volado, así la moneda cayera de canto. 

Soy tu viejo, solo eso, con su cursi azotea habitada por una meliflua corte de medianoche, desde donde escucho a Lucha Reyes como cuando le hacías segunda, Menudita

en nuestro departamento enamorado por sombras.

Ve a Don Nadie, que a orgullo lo tiene y sabe: Si hay revolución mundial no seré el ayudante, aunque se me vea marchando por pueblos y ciudades cuyas calles desconozco. 

Hubo barricadas, ¿recuerdas?, con Lupitas que las levantaron, hace cinco, seis, siete años, y llegué apenas a los campamentos donde encontraban refugio. 

Ahora volveré al Santo Lugar como antes, a lo fatigado esta vez. 

-¿Denme refugio por una noche? -pediré a San, Lety, Ángel, Samuel, sin fuerza para hacer la vuelta al cobijo hasta el día siguiente.

Y así tú y tu N seguirán siendo amores por pantalla, a quienes besar comedidamente cada tanto entre playas y esteros. 

Mirá que bónita le está quedando la cocina al Nuevo, que jamás te vio.

Orgullo de criador cuyos nietos se marcharon también, entonces, cuando eras jilguero para esta privada. 
Por allí flotabas en tus salidas nocturnas, tan irredimible como Suertudo luego, muerto a lo Espartaco.
Sí, necesito una épica personal, antes y hoy. Deja entonces que ponga la obligada.

Mientras afuera cuentan votos.

¿O jugaré al fin dentro de un partido, aprovechando la derrota morenosa en la ciudad, por ver si acaso...?