domingo, 29 de diciembre de 2019

Última Gira decembrina

No en balde mis cuadernos recuerdan siempre cómo inicia Simbad:
"Para entonces la historia (...) corría de pueblo en pueblo. Todas las noches al salir la luna, los beduinos se la contaban al amor de sus hogueras, y cada vez que pensaban en Simbad creían oír el rumor de las olas en medio del desierto."
 

-Puedes leernos algo al terminar el acto -dicen.
¿Una Última gira decembrina con las viñetas que escribí en estos días? No, claro. A cambio sirve de pretexto para reunirlas.

Un clásico del Grinch
 
Nochebuena y yo ayuno. Un clásico del Grinch, ¿no?
Camino a mi siesta nocturna la vecinita me ofreció lo que cenarían en casa, donde minutos antes se representaba un espectacular drama con ella como centro, mientras yo escuchaba sinfónicos Sostos tras Sostos pensado:
-Si viviera aquí, Lynch, tendría materia para varias películas.
No hice el súper y arañaré las paredes hasta que al rato aparezca otro vecino, éste puntual cada madrugada, cuando lleva a esposa e hija para vendimiar comida demandada por el primer empuje del hormiguero.
Traerá un itacate, seguro, y entonces sin más pretexto Venga a nos, providencia, dirá mi panza, pues si la soberbia música alimenta, no llena.      
Llueven aplausos sin término, pareciera, a directores y orquestas. Hay afición en ello, apasionada, alguna, y universal conciencia de que para pagar boletos tan caros se escenifican vidas cuya tragicomedia recogen esas obras contemporáneas, digamos con licencia recién probada por la familia de mi vecinita, narcomenudista y reguetonera -a quien no pediré me ofrezca otra cosa que romeritos, pues el hambre, según observan, droga.
SIGUE... LUEGO DE QUE EL VECINO TRAIGA ALGO, PORQUE CIGARROS Y CAFÉ NO SON SUFICIENTES PARA ESTA INSIGNE TAREA, JEJE.

Vacaciones
-Voy al "Sur..." -informo a mis crias, para olvidarnos de la comida con que festejaríamos estas fechas.
Por tercer año consecutivo le fallaré a Roberta, con quien quedé en sumar estudiantes capitalinos  a los actos en recuerdo de la autonomía
universitaría que su estado ganó a sangre y fuego, cuando el movimiento cívico echaba a andar. Iré solo, aprovechando para visitar a esta y aquel. 
Entretanto sigo el viaje de la Tic y N, al cual me referí hasta cansarlos, nietos multicolores.
-La revolución mundial no conoce vaciones, culerxs -no me canso de gritar en cuentitas virtuales, bromeando y no pues grupos formados aquí y allá cronican acontecimientos que lo confirman. 
Pregunto a mi amita dónde andan. 
-Aquí.
En este pueblo no hay selfies, parangonemos a Rulfo.
-Me saludas al Flaco Jiménez.
-Creo que ya murió. A ver si saben los que veré hoy.
-¿Tocaron con él? -respondo sorprendido.
-Tal vez.
Para su N, entonces, la Inesper conecta músicos no solo trashumantes.
-Pues más o menos -dice al leer.
-0-
No quiero molestar a mi anfitriona, que prepara el acto para pasado mañana, ni a otros, ocupados en sus cosas, y esta ciudad del "Sur..." es tan poco paseable como cualquiera país adentro. Así que voy a un parque, intento comunicarme con la Tic y sigue sin línea. 
Tengo hambre, busco dónde comer algo apetitoso y no encuentro. Anochece y si me descuido terminaré en calzones o deslizándome con una piedra -léase cocaína hecha para morir pronto- que los próximos sicarios proporcionarán amablemente -¿exagero?; los invito a calcularlo. 
En este pueblo no hay selfies, aclaré ya parangonando a Juan Rulfo, aquí en versión Luis Buñuel.
Subo entonces la última foto que tomé en casa.
El peluquero pagará cara su osadía.

Es de nochebuena y, por tanto, tras el ayuno.
¿Está deprimido ese hombre? Tal vez, como su realidad.  









¿Hubo un tal Foucault?, pregunta yo el abusador
-Había un hombre llamado Foucault, ¿sabías?
-Creo que sí -me contesto, pues hablo conmigo.
-Mató a mi padre ideológico.
-¿El tal Sartre? ¿Tanto así, asesinarlo?
-No tengo idea, solo la impresión. ¿Quién entre tú y yo hace de despistado?
-Los dos.
-Ah, bueno, entonces puedo decir que creí que
Las palabras y las cosas, obra fundacional fouconiana -¿o no?- ¿respondía a esta, cuya
lectura conmocionó nuestra adolescencia?
-En absoluto -tercia el desconfiable alterego que tenemos.
-Como sea, reconozcamos la pertenencia a otra época, si bien y como investigadores natos...
-Uy, ya salió el ego a secas a relucir.
-Calla. Si bien, sigo, cada que aparecía una idea subversiva en ese marasmo universitario también culpable de nuestro temprano asco por los estudios...
-La estúpida partición del conocimiento.
-Eso. Al topar de cuando en cuando, pues, perspectivas nuevas, les seguíamos el rastro los diez minutos que dedicarnos a esto y aquello urgente nos permitían.
-Resumiendo.
-De noche, pasó para mí, tú y el alter, la marea revivificadora: Derrida, Lyotard, etcétera, y luego, claro, todo lo que hoy resumen De Sousa y compañía.
-¿Y?
-La amada Monelle viene a resultar sospechosa, por ejemplo.
-¡No chingues!
-Léete en Corazón Mío. 2, maldito abusador.
-Sois un desmadre -dice Belarmo abuelo mexicanizándose-. Y basta ya, que el viaje...
-¿Quién? -pregunta Roberta por el interfón. 
Doy santo y seña y subiendo las escaleras videollamo a mi Tic para mostrarle el lugar. No responde. Debe estar ya desierto adentro.

Corazón Mío 2
-Soy trabajadora sexual, bailé provocativamente en un bar, dejando que los hombres me besaran, y al rogarles no penetrarme usaron sus puños -dice Judy Foster en la película donde encausa por violación a esos tipos y gana. 

Escribí esto sin pedir permiso a Corazón Mío. La busqué cuando al leerlo me di cuenta de lo que en verdad sucedió y no solo en el momento.
Por supervivencia, una mujer necesita avanzar profesionalmente y sus circunstancias le cierran las puertas. 
La atrae ese hombre y hasta puede quererlo. Se juntan, los planes no marchan y decide irse. Repentinamente él recibe un regalo que para ella significa ser o no ser en adelante. ¿Cómo convencerlo de cambiar la decisión si ahora apenas se soportan? Tiene a mano el recurso cuya magia conoce Monelle, desvalida entre desvalidos.
-Aprende a disfrutarlo -le dijeron expertas voces hace mucho.
¿Abusé?, me pregunto. Sin duda. Poder y necesidad fraguan y fraguan, en esta basura que creamos por los siglos de los siglos, amén.

Vuelvo al día, cuyos detalles me reconstuyó: 
-Ponte ahí -donde el carpintero trabajando la contemplaba. 
Hacía como si lavara platos y se estiraba para alcanzar algo con el talle semidoblado, que dejaba a la vista los muslos en su nacimiento. Luego revisó la tarea del hombre y así al agacharse su sueter abierto permitió apreciar los pechos insinuados, con morenos, enhiestos pezones. Finalmente fue a nuestra biblioteca y con quejas por mi desorden acomodó libros que había alebrestado a propósito y estaban en estantes altos.
Tras unos minutos el carpintero fue al pasillo preguntando si podía pasar al baño y Corazón, atisbada, jaló aprisa la falda para esconder su sexo y destapar por completo sus piernas, con carita de ángel pecaminoso.
-Ay, qué momento.
Paladeaba el recuerdo e hizo un largo silencio que nos permitía a ambos imaginar las sensaciones que experimentó aquel hombre cada vez más familiar, cómplice, si bien los ases no pasaban todavía a su mano y quizá no lo harían nunca. 
La complaciente inmovilidad de ella le animó y se detuvo a unos pasos.
-¿Me deja decirle que es usted muy hermosa?
-¿Cree?
-¿Puedo mirarla?
-Si quiere. 
La describió con dulzura, palmo a palmo.
-Se ganó un beso  -dijo y fue hacia él. -Sin tocar, conste. Sino, grito y vienen mis vecinos. -Embelesada, recargó el cuerpo. -¿Qué hace?
Le acariciaban los brazos cariñosamente. 
-Usted empezó. 
-Perdón. Ya no. Solo besar.
Detuvo el minucioso relato para subrayar la clase de juego que había establecido. 
-¿Seguía allí, ¿ves? Entonces me apretó.
"Déjeme", le pedí, porque eso hice: perdirle, nada más. 
Tomo sus piernas, cargándola. 
-No -rogó ella en tono de desmayo, que reprodujo para mí.
-Sí -contestó él y la llevó a la cama, sentándose al costado.
Caricias y alabanzas, más Nos como sino tuviera fuerzas o en verdad las hubiera perdido.
-Mire cómo está.
Nuestro hombre se refería al grueso líquido que se tejía desde el sexo de ella y la besó arriba y abajo.
Corazón lo observaba, contestando con su respiración fatigosa y el insistente adverbio.
Nuestro hombre procedió a desnudarse y a mi socia en locuras le gustó ese cuerpo.
-Nada más cariñitos y besos.
De nuevo juntos, por acto de magía él tenía un condón en la mano.
-Entrar no, por favor. Si quiere lo masturbo. 
Volvío a besarla estando encima suyo sin que casi la tocara.
-No.
-Sí...
Corazón jugaba a nuestras perversiones y ambos y su coprotagonista teníamos profundamente introyectados los roles que esta película denunciaba ya en 1986.
En la realidad nadie ganó un juicio semejante. 

Oficio de poseídos
Vi estas entrevistas. Me llamó la atención qué tan táctiles eran estos hombres. Ninguno parece un genio y todos trabajaron como demonios desde niños. 
Poseídos por las letras, los llamaría. Ellas hicieron de ellos cuanto les permitieron sus humanas facultades, creo. 
Cuando escucho a escritores del montón vanaglorisarse horas enteras por la forma en que construyeron novelas y cuentos, siento pena y vergúenza. 
Comparados, Borges y Rulfo, sobre todo, aunque también a su manera Cortázar, son incapaces de explicar lo que produjeron. El mexicano llega al colmo y casi no puede decir palabra.
A cambio, Juan Villoro se toma dos horas y tanto explicando Pedro Páramo, inventándolo a modo:
https://www.youtube.com/watch?v=n-kZP_qzgGo&t=9s.¿Le daría de nalgadas el maestro?
-¿Y tú? -vuelvo al diálogo interno.
-No escuché el llamado, ni fuerte ni en susurro.
-Pero escribes.
-Como un desposeído que necesita ser escuchado por dos minutos entre el tumulto.
Se me quedó Rulfo. Lo leo. No sé si es genial. Solo que es lo único que tiene México, para quien sea mexicano. Yo no soy mexicano. Tampoco los sonorenses, creo, ni los mixes ni los huaves. 
Esas voces de él se oyen por todos lados aquí. Son de los muertos y yo no tengo muertos aquí. Aún así, por ellas vivo. 
¿Recuerdan esos agujeros hacia los cuales señalo en Desde la azotea? Sus secretos se dicen, sin revelarse a quienes no deben, entre El llano en llamas o Pedro Páramo. Escuchen.

Vacaciones 2
Es raro poner esa obra. Crecí entre Trópicos, frente al mar torrido tomé grandes decisiones y mi amita vive sobre una playa ardiente.
Conozco el que crío a Belarmo, gris y tormentoso, como este recreado por Debussy.
Para no ser menos que la familia y lxs amigos, me voy a Guerrero. No a las paradisíacas playas, aunque las de Chilpo y anexas no cantan mal las rancheras, digo jugando y hay quien cree escuchar una queja. 
Cierto amigo de papá pastoreaba turistas marinos y al nadar parecía tragarse las olas. Viejo, lo hacia a brazadas parsimoniosas. Me vio fisgoneando.
-Solo con la edad se descubre de qué trata eso. 
Quisiera imitarlo pero mi soberbia gana.  
¿Se entendió? ¿No? Ni modo, jeje.
-0-
Por la mañana la Inesper logra comunicarse.
-Leí lo que pusiste de madrugada: "Lo que quiero es que me den el Nobel y me robe la mujer más maravillosa del mundo (sin haber escrito nada, claro, y con la frescura de los setenta y dos años jjj.)" ¿Y yo quién soy? No me tienes nada contenta, eh.
"Oí a unos músico que, uf -continúa."
-Pásalos, no seas así.
-¿Crees que los grabaría? Estás bien cucú, Cuac.
-¿Qué dijo N?
-Se puso bien simpático, como pajarito moviendo la cabeza sin parar. Quién sabe cuánto pescó. Lo que importa es que lo adoptaron. ¿Qué tal allí?
-Estas también son gentes muy cálidas.
-Me voy. No sé cuándo volverá a haber línea.
-Si ves un beduino me lo saludas.
-Jeje. De tu parte.
-0-
Los rumbos donde murió Ana están cerca de aquí, trepando la montaña. Después se volvieron doblememente peligrosos por ese truco que llaman "guerra contra el crimen organizado.
Cuando hace poco acompañé al periodista italiano a una ciudad que dirige a la zona, los policías comunitarios (PC) estaban otra vez en circulación.
-No son nuestros -me dijo L. -Sirven a la nueva presidenta municipal, que liderea un cartel.
Luego aparecieron informes sobre auténticos PCCrac combatendo a quienes conocen como Ardillos, ahora asociados a un diputado y amos y señores de la histórica ciudad rica que domina lo que fue todavía unas décadas se reconocía secular territorio indígena compartido por dos entidades federativas.
-Vamos -propuso el periodista.
-Mejor no -le contestaron. 
Tomo un camión ahora, rezándole a Santa Utopía, mientras feisbromeo con Lupita: Volverán las oscuras golondrinas. Yo no, así que aprovéchame 
Según sube el medio destartalado autobús no debería haber más juegos y sino es eso lo que animan los pasajeros, sobre todo ellas, la vida vuelve a su curso.
-¿A qué va? -pregunta amablemente una señora.
Le digo y, en lugar de ausencias y silencios rulfianos, me respondé con el quedo alebresto que guardan estas tierras jamás insumisas.      
-0- 
No en balde siempre el inicio de Simbad, pues: "creían oír el rumor de las olas en medio del desierto." 
¿Lo escuchan, nietos, dormidos sobre sus camas, en pequeños cuartos contiguos que comparten un balcón y los acompañarán para siempre?
Es mi único, pobre recurso. Bueno, a veces narro sin más:

Mi obra maestra
El momento lo conté entrecortadamente en otras viñetas. Ahora va con nombres y apellidos, digamos. 

Cuando pinte mi obra maestra, dice el Mr en una canción socarrona. La había hecho a los ventipocos años, va aquí y se refiere al hombre que no por casualidad cito como referencia, quien
murió al cumplir cuarenta y ocho años en el Brooklyn State Hospital, especializado en enfermos mentales.


Sin duda conocía al demonio personal cuando subí a la azotea apenas supe andar. Sobre mis quince años escribí esto, ¿recuerdan?
La vida ha sido muchas cosas y entre otras, dolor, que no merece tratarse al paso. No decido si asomarme a través de él o alejármele a toda velocidad. Las vacaciones entre cursos antes de sacar partido de las luminarias, ha sido una mañana tras otra de espanto ante el espejo. Algo terriblemente oscuro aparecía en el rostro aquel, deformándolo. Por eso me agarro ahora a las miradas de los demás como a una droga...
Tres décadas y media después vivo en el Paraíso, donde dos niños me llevaron tiempo atrás. Una vez y durante un breve tiempo fui echado de allí por otros y pasé la prueba gracias al mayor esfuerzo que pueda imaginar, y soy muy imaginativo, bien saben ustedes.
Ahora huelo de nuevo el familiar tufo. Parece absurdo, pues todo marcha como debe, se diría. 
-Acompáñame a nuestra ciudad -pido a M. -No puedo solo.
Mal entiende hasta que vamos por el cheque cuyo monto me permitirá hacer una apuesta.
-¿Quién es realmente? -se pregunta viéndo al hombre de sus sueños temblando con la mirada vuelta sobre sí, y los seis meses a continuación olvida el tema, al verlo brillar.
Giro por mil sitios agitando cascabeles y nadie resiste la oferta. ¿Cómo, si nos haremos millonarios en éxito sin gastar más pesos que los míos? 
-Doc -le digo al muy sabio a quien en secreto recurro de súbito. -Deme algo para resistir. 
Odia esas cosas pero extiende la receta.
Tomo la primera dosis y ando por los techos de nuestro idílico hogar. El prodigio más pequeño me mira con extrañeza: sonriente en una silla.
-Estimado galeno, se equivocó, era al revés. Lo mío es volar. 
Saca del maletín una muestra médica de cierto vulgar amansador.
-¿Ya? -pregunta M, que desde luego no vive con nosotros, porque pasión y amor no se mezclan cuando hay crías de por medio. -Sí -se responde al leer el periódico. -¡Te dieron el apoyo! Explaya tus locuras.
Llamo por teléfono, según indican. 
-¿Perdón?
-Es un proyecto demasiado bueno, con todas las instituciones estatales respaldándolo.
-Pero pedí el doble, con una clara advertencia: He invertido cuanto tengo. ¿Sin ingresos cómo esperan que lo desarrolle?
-Son unos estúpidos. Lo llamo hoy mismo... Discúlpeme, no puede hacerse nada.
Esa tarde llevé al pequeño con su madre, sabiendo que lo perdía para siempre. 
Por suerte vivo en la azotea, donde refugiarme. ¿Verdad, don Woody?
Hecha, mi obra maestra.
 "Ultimos pensamientos sobre Woody Guthrie
"Cuando la cabeza te dé vueltas y el cerebro quede insensible,
Cuando creas que eres demasiado viejo, demasiado joven,
demasiado listo o demasiado tonto
Cuando te estés quedando atrás, perdiendo el paso
Arrastrándote lentamente en el agitado curso de la vida
No importa lo que hagas si empiezas dándote por vencido
Si el vino no llega al borde de tu copa
Si el viento te aparta a un lado mientras te sujetas con una mano
Y se suelta la otra y el sentimiento ha muerto
Y el fuego de tu locomotora necesita un nuevo chispazo para encenderse
Y aunque la madera sea fácil de encontrar tú no tienes nada
que ganar al ir por ella
Y tu vereda empieza a dar vueltas y tu calle se hace demasiado larga
Y empiezas a caminar hacia atrás aunque te das cuenta que te equivocas
Y la soledad se eleva mientras el día cae
Y mañana por la mañana parece estar demasiado lejos
Y sientes que las riendas de tu pony se te escapan
Y la cuerda se te escurre por que tienes las manos húmedas
Y tu desierto cubierto por el sol y tus valles siempre verdes
Se vuelven barrios bajos deshechos y callejuelas llenas de cubos de basura
Y tu cielo llora agua y tu cañería de desagüe vierte líquido
Y el relámpago flamea y el trueno restalla
Y las ventanas tabletean y se rompen y los tejados se estremecen
Y todo tu mundo se cierra con estrépito
Y tus minutos de sol se vuelven horas de tormenta
Y de vez en cuando te dices a ti mismo
"Nunca supe que fuera a ocurrir así
¿Por qué no me lo dijeron el día que nací?"
Y empiezas a sentir escalofríos y a dar saltos por culpa del sudor
Y estás buscando algo que no has encontrado del todo todavía
Y andas metido hasta la rodilla en agua sucia con las manos al aire
Y todo el mundo te observa como si fueran mirones
Y tu chica te deja, se fue volando hace ya tiempo,
Y tu corazón se siente enfermo como un pez a punto de ser frito
Y el martillo perforador se te cae de las manos a los pies
Y lo necesitas de verdad pero yace allí en la calle
Y tu campana suena muy fuerte pero no logras escuchar su tañido
Y piensas que tus oídos quizás estén heridos
O que tus ojos se han vuelto sucios a causa
del tenebroso espectáculo de la suciedad
Y te figuras que fracasaste en la disputa de ayer
Cuando fuiste engañado y burlado mientras hacías frente a un farol
Y tú llevabas todo el tiempo tres reinas
Y eso te vuelve loco, te hace sentir vergüenza
Como si estuvieras en la página central de la revista "Life"
Dando saltos alrededor de la maquinita de juego
Y hay algo en tu mente que te gustaría estar diciendo
Que alguien en algún lugar debería estar escuchando
Pero sigue atrapado en tu lengua y aprisionado en tu cabeza
Y eso te molesta horrores cuando estás tumbado en la cama
Y por mucho que lo intentas no puedes decirlo
Y hasta en el alma tienes miedo al pensar que podrías olvidarlo
Y tus ojos nadan por las lágrimas que hay en tu cabeza
Y tus almohadas de plumas se convierten en mantas de plomo
Y la boca del león se abre y miras fijamente sus dientes
Y su mandíbula empieza a cerrarse contigo dentro
Y estás boca a bajo y tus manos están atadas a la espalda
Y desearías no haber seguido aquella señal de desvío
Y te preguntas qué demonios estoy haciendo
En esta carretera por la que voy caminando, en esta senda que estoy tomando
En esta curva que estoy dando
En este camino que estoy recorriendo, en este sitio que estoy ocupando
En este aire que estoy respirando
¿Tan confundido estoy, tan totalmente confundido?
¿Por qué estoy caminando, hacia dónde estoy corriendo,
Qué estoy diciendo, que estoy aprendiendo
De esta guitarra que estoy tocando, de este banjo que estoy acariciando
De esta mandolina que estoy rasgueando, de esta canción que estoy cantando
De la melodía que estoy tatareando, de las palabras que estoy escribiendo
De las palabras que estoy pensando
De este océano de horas del que bebo continuamente?
¿A quién estoy ayudando, qué estoy destrozando
Qué estoy dando, qué estoy recibiendo?
E intentas con toda el alma
No pensar esos pensamientos y no permitir que
Ganen terreno
O que hagan que tu corazón lata con más fuerza
Pero tú sabes por qué dan vueltas a tu alrededor
Esperando una ocasión para salir y dejarse caer
Por que a veces los oyes cuando la noche se cierne furtivamente
Y tienes miedo de que puedan sorprenderte durmiendo
Y saltas de la cama, del último capítulo del sueño
Y no puedes recordar por más que lo intentas
Si eras tú quien daba gritos en el sueño
Y sabes que es algo especial lo que necesitas
Y te das cuenta de que ninguna droga hará nada por aliviarte
Y que no hay alcohol en la tierra que logre que tu cerebro deje de sangrar
Y necesitas algo especial
Sí, necesitas algo especial de acuerdo
Necesitas un tren que vuele rápido sobre una vía de tornado
Para que te lance a algún lugar y te traiga de regreso
Necesitas un ciclón sobre la sirena de una máquina de vapor
Que siempre ha estado haciendo ruido y tronando y soplando
Que conoce tus problemas más de cien veces
Necesitas un autobús Greyhound que no prohíba raza alguna
Que no se burle de tu aspecto
Tu voz o tu cara
Y que cualquiera que sea el número de apuestas en el libro
Siga rodando mucho tiempo después de la manía del chicle
Necesitas que abra una nueva puerta
Para mostrarte algo que ya has visto antes
Pero que pasaste por alto unas cien veces, quizás más
Necesitas algo que te abra los ojos
Necesitas algo que te haga comprender
Que eres tú y nadie más el dueño
Del sitio que ocupas, del lugar en que estás sentado
Que el mundo no te tiene vencido
Que no te tiene derrotado
No puede volverte loco no importa cuántas veces
Puedas ser maltratado.
Necesitas algo especial de acuerdo
Necesitas algo especial que te dé esperanza
Aunque esperanza sea sólo una palabra
Que quizás dijiste o quizás oíste
En el rincón de alguna curva muy abierta
Pero eso es lo que necesitas y lo necesitas de verdad, amigo
Y tu problema es que lo sabes demasiado bien
Por que parece que empiezas a sentir escalofríos
Porque no puedes encontrarlo en un billete de dólar
Y no se encuentra en el antepecho de la ventana de Mary
Y no se encuentra en el mapa de carreteras para niños ricos
Y no se encuentra en el club de estudiantes para niños ricos
Y no se saca de ninguna semilla de trigo de Hollywood
Y no se encuentra en ese escenario de débil iluminación
Con esos comediantes medio tontos encaramados en él
Declamando a gritos y desvariando y llevándose tu dinero
Y piensas que es divertido
No, no puedes encontrarlo en ningún club nocturno o club náutico
Y no se encuentra en los sillones de ningún club de lujo
Y tan seguro como que existe el infierno te dirás
Que por mucho que frotes
No lo encontrarás en el resguardo del billete
No, no está en los chismes que la gente te está contando
Y no está en la loción contra granos que la gente está vendiéndote
Y no está en ninguna casa hecha con una caja de cartón
O bajo la blusa de ninguna estrella de cine
Y no puedes hallarlo en el campo de golf
Y el tío Remus no puede decírtelo y tampoco Santa Claus
Y no está en el peinado de crema o en los vestidos de algodón dulce
Y no está en los maniquíes de los almacenes baratos ni en los comics
 de los chicles,
Y no está en los ruidos de malvavisco de las voces de pastel de chocolate
Que vienen llamando y golpeando en la envoltura navideña
Diciendo: ¿no soy guapo, no soy lindo?, y mira mi piel
Mira el brillo de mi piel, mira el resplandor de mi piel
Mira la risa de mi piel, mira el llanto de mi piel
Cuando ni siquiera puedes sentir si tiene entrañas
Esa gente tan hermosa, con sus cintas y sus lazos
No, ni hoy ni ningún otro día
Lo encontrarás en los umbrales hechos de papel maché
Ni en la gente de dentro hecha de melaza
Que cada dos días compra un nuevo par de gafas de sol
Y que no está en los generales de cincuenta estrellas ni en los farsantes
Que te denunciarían por la décima parte de un penique
Que respiran y eructan y se encorvan y se rompen
Y antes de que puedas contar hasta diez
Lo harán otra vez pero a tus espaldas en esta ocasión
Amigo mío
Los que giran y reparten y dan vueltas y se mueven rápidamente
Y que juegan con todos en su mundo de caja de arena
Y no puedes encontrarlo en los tontos sin talento
Que están a tu alrededor adulando
Y que hacen las leyes para los que tienen talento
Y no está en los que no tienen talento y creen que lo tienen
Y piensan que te están engañando
Los que saltan al furgón
Durante un rato por que saben que está de moda
Correr una aventura, salir pitando de ahí
Y hacer toda clase de dinero y acostarse con todas las chicas posibles
Y te gritas a ti mismo y arrojas el sombrero
Diciendo: ¿tengo que ser de esta manera?
¿no hay nadie aquí que sepa de qué voy yo?
¿no hay nadie aquí que sepa cómo me siento?
Dios Todopoderoso
NADA DE ESTO ES REAL

"No, pero ése no es tu juego, ni siquiera tu estilo
No puedes oír tu nombre, no puedes ver tu cara
Tienes que mirar a otro lado
Y ¿dónde buscas esa esperanza?
¿Dónde buscas ese petróleo que mana a borbotones?
¿Dónde buscas esa vela que brilla?
¿Dónde buscas esa esperanza que sabes que está allí
Y fuera de allí en algún otro lugar?
Y tus pies sólo pueden caminar por dos clases de carretera
Tus ojos sólo pueden mirar por dos clases de ventanas
Tu nariz sólo puede oler dos clases de vestíbulos
Y puedes tocar y dar vueltas
Y girar dos clases de picaportes
Tu puedes ir a la iglesia que se te antoje
O puedes ir al Brooklyn State Hospital
Encontrarás a Dios en la iglesia que hayas elegido,
Encontrarás a Woody Guthrie en el Brooklyn State Hospital

"Y aunque sea sólo mi opinión
Y quizá tenga razón o quizás esté equivocado
Encontrarás a los dos
En el Gran Cañón
Al atardecer."

-0-
Fin de año y regresé para estar a tiempo en la conmemoración.

El día tlapaneco es solo mío. 
La Tic continúa sin comunicarse.
-0-
Di por terminadas las vacaciones y el domingo 5 de enero llegué puntualmente a nuestra reunión laboral. Tocaba y nadie salía.
-¿Otra vez se me atrabancaron hora y lugar? -pregunteme revisando mis mensajes. -No, solo el día.
Como, pues, la holganza sigue, haré una segunda entrega de este coso.   
 

martes, 22 de octubre de 2019

La última gira (temática)


Mientras el público se acomoda

No recuerdo cuántas representaciones hice en sindicatos, organizaciones vecinales, jardines públicos
Se trata ahora de leer uno, dos o tres breves textos para tratar luego más o menos a fondo un tema, histórico, social, relacionado con la vida cotidiana.

Para divertir a los posibles organizadores empiezo con algo de aire eroticón.

Era con quien al fin cumplir el sueño y no sólo por su asombroso instinto sexual. El tiempo se emborrachaba en ella, trastabillando hacia adelante y atrás o sin moverse un milímetro, entonces infinito.
Como una cámara enfocaba, crecía y disminuía a capricho los trazos de la realidad, y vórtice absorbía el alrededor o lo contagiaba. No era raro que produjera temor o un irresistible apetito, y así oferta de eterno viaje en la pasión corrí tras ella apenas se me insinuó.
Los cercanos no entendieron mi maniática nostalgia luego de dejarla marchar y por pudor oculté los desbordes de la imaginación, consciente de cuán lejos habría ido de tenerla todavía.

Era ya por entero imposible cuando encontré el camino que pudo conducirnos a la plenitud durante el breve momento antes de que nos llevara el diablo. A seis mil kilómetros le envié el correo cuya respuesta me hizo temblar de calor y de frío:
"Sí, jugabas a poseernos hasta las últimas consecuencias hurgando en las sombras de la intimidad, las mías hechas de cumplidos rincones de deseo y las tuyas de fantasías. Y sí, ¿por qué la ira cuando a tu lado escapaba imaginariamente hacia otro, confesándolo? No te equivocas, de haber acompañado mi vuelo..."
Escribía sin emoción y me sentí como el único episodio que borró del pasado. No importa, si fui quien abrió las puertas para la verdadera apuesta, a la manera de éste y el resto de los días, a solas y no pues con el olor le robé el secreto, aquí anda, con sus fugas entre nuestros cuerpo a cuerpo, más mía.

-0-
Que la gira empiece por Michoacán, dice Lupita. 
Guerrero y la zona conurbada de nuestra gran capital irán entremedio, claro. ¿Verdad, San, Roberta, Ce, Sara?

Como hay de todo, como en botica, según decimos, elijan.

Grito, 2014

Noche del mexicano grito y al Barrio, como llamo a mi cuenta depurada en FB durante nueve años para no vérmelas con la parte del país que desprecio, lo pone furibundo la fecha reglamentaria y está casi vacío.
David: en Neza los cohetes son K 47
Dany:¡Vivan los hoteles de Tlalpan! Ahhh no vea…
Yo estoy alelado con la canción que buenas razones trajeron hoy.
Pregunto a la Dany en el hotel de paso en Tlalpan, si su grito no fue mera oportunidad para una de las geniales declaraciones que acostumbra:
¿La conoce, Ña?
Dany: Obvi
Itzel y yo aprovechamos para bromear:
Foto que una agradecida carnalita nos acaba de tomar
Itzel: Jajajajaj! Yeha!!!
Yo: ¿La chocamos como usted le hace?
Itzel: Jajajajaja ta güeno! ¿Tons qué? Chichocamos nalga?
Yo: Nomás con cuidadito, me vaya a botar casa la chingada jjjjjjjj
Igual que la gran mayoría de nuestra docena de cuadras, no volteamos a mirar el deprimente circo de la plaza mayor, donde el antiguo rito lo cumple un monigote al servicio del criminal proyecto poder reafirmado dos años atrás.
Entonces alguien sube esto:
¿Argelia en los 1950s?, pregunto para los demás, y para mí: ¿En verdad están cagados de miedo? Sí, de sí mismos, de lo que están preparados a hacer a la menor provocación.
Justo diez días después el país da el brutal salto en la nada que puede conducirlo a la nueva utopía.
Entre un dolor y una esperanza que no conocía, en noviembre el azar me lleva por primera vez a Cuba y encuentro la más espléndida experiencia imaginable en promoción de cultura comunitaria.
El alimento a los sueños es tal que rindo a la ¿Me perdonas?, según la llamaré pronto: la mujer de otro país por quien suspiro desde un año atrás. Lo hago al modo de un viejo en procura de una hermosísima joven imposible, se diría, y para un amor platónico que repentinamente anuncia pasar a algo más: el día siete, fin del encuentro en el cual coincidimos. Los organizadores nos premian con la música de uno de los mil geniales grupos cubanos
Cuando la canción termina, la joven dice la frase que la bautiza: 
-¿Me perdonas?
-¿Prometes? -respondo y mirándonos fijo no sabemos qué nos espera.
Entonces alguien se acerca con la noticia, falsa sabremos luego: encontraron los restos calcinados de los 43.
No hay rincón que alivie y la hermosísima me encuentra en uno de ellos.
-Anda, vamos a bailar y juntos la pena…
No escucho el final de la frase y por la mañana del seductor queda sólo el recuerdo.
La revolución y el amor son un mismo, indisoluble acto, rezan muchas justas frases, que por momentos no bastan.
Julio César Mondragón Fontes, el estudiante de Ayotzinapa cuyo cuerpo, desollado en vida, se arrojó en una calle de Iguala tras la desaparición de los 43. El grito hoy es tuyo. Te prometemos no perdonar.
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Esa nota decidirá a familiares y abogada de Julio César a encargarme un libro a hacer en seis semana, presentando su caso ante la corte internacional contra la tortura.
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Exilios 
Soy producto de tres exilios, afirmo. Uno sufrido por mis padres y abuelos, tras sueños que se construyeron contra la España Negra con palas y pianos y cuya derrota debe achacarse al fascismo internacional. 
Otro lo protagonizaron millones de familias campesinas buscando las ciudades mientras yo crecía. El tercero lo vivió mi hermano pequeño al escapar hacia una realidad propia. 
De éste me escucharán decir veinte líneas nada más:
Digo cualquier cosa sabiendo que quien te cuenta son los ojos y las inflexiones en la voz, y al voltear con la sonrisa casi me olvidas, atrapado por lo que tardo largos segundos en sospechar es una luz sobre el filo de la cortina. Lo creo porque te he visto antes encandilarte con ella como si fuera la primera vez, y la sé para mí perdida según debiera, a menos de hacer el enorme esfuerzo de otros días. Gracias a él descubrí, por ejemplo, el justo vaivén de la rama al borde de la ventana, sin traducción para mí que estuve dale y dale en el intento de hacerlo palabras.
No puedo con tu mundo, hermano, me rebasa, me apabulla, me pierde en el desorden aparente donde tú por necesidad encuentras armonía. Desde el baño mamá pide que la ayude a bajarte por la rampa, le contesto que puedo solo, me recuerda cuánto has crecido. ¿Ves? Todo eso está en el juego de voces entre los dos. ¿Algo intuyes viniendo de lo que no atino si te vale llamar "ayer"? Algo, sí, me parece. Más lo olvidas en un tris. Qué caso tiene, dirás, en un decir.
Más de medio siglo después, cuando haya entre nosotros cinco mil kilómetros, seguiré peleando con las palabras para decirte. La distancia no me separa, pues moro en ti y entonces es imposible precisar cuánto estoy frente al escritorio y cuánto entre la habitación y la terraza en las que mamá te hizo un reino a modo.
La casa del horror
Vivimos un narco Estado, dicen; y una narco sociedad, debe agregarse simplificando. Gran parte de la población nacional sabe quiénes pertenecen al crimen organizado, calla los actos de corrupción alrededor y tal vez conoce el rostro y hasta el nombre de los secuestradores de los niños y las mujeres cuyas fotos circulan por la internet, o el de los violadores y feminicidas.
Un psicoanalista opina que sus colegas han equivocado el punto de arranque sobre los torturadores. No son seres a-sociales, dice. Entonces tampoco quien corta cabezas y demás. ¿La realidad se volvió de revés?
Poco después un mismo día aparecen dos noticias sobre el estado de Tamaulipas. En Tampico una niña de siete años es atacada por varios compañeritos. “Jugábamos a la violación”, dicen ellos. La madre denuncia y la maestra contesta: ella “tenía algo de culpa por ser la más bonita y coqueta del salón”.
Un poco al norte, en Reinosa, el gobernador tamaulipeco “inaugura calle en honor al fundador del Cártel del Golfo”.

Otro "Terciopelo azul"
El celular notifica. Es Tú o Anónima, según la nombro. Nos enviamos mensajes a hora y media de distancia y entra una llamada. 
-¿Me abres?
Es ella, tiene veintiún años y el espíritu teatral mejor cultivado que conozco. Tres minutos después cuatro manos hurgan sexos, pechos, nalgas.
-Vine para quedarme, con una promesa: que sea para siempre -dirá luego. Y días más tarde: 
-Necesito tiempo. 
Entenderé a medias hasta otro telefonazo al que responde:
-¿Un millón doscientos mil? Pero no está en X colonia de buen gusto.
Dos días entre actividades a pasto en otra ciudad le bastaron para encontrar a alguien poco menos viejo que yo, quien ofrece comprarle departamento.   
Pongo el clip de la película que me cautiva y vuelvo a escribir:
El hermoso petirrojo en placido domingo suburbano devora una lombriz. Eso es normal. No así la anciana que mira horrorizada.
Capitalismo del fin del mundo, llaman al que cursa. No puede narrarse con cantautores, perdona, Anónima. Nos asesinarán tan rápido, que no podrá verse nuestros cuerpos caer, cito de memoria palabras que Stanley Kubrick dijo al morir.
Creciste en una región donde "la muerte tiene permiso" -título que Edmundo Valadez dio a su ingenioso cuento- ¿y crees que para vivir basta Calle Melancolía?
Estaba equivocado. La joven musicalizaba estupendamente. Joaquín Sabina servía tanto como la balada rocanrolera que David Lynch escogió.
Con ella, pues, podría haber protagonizado el papel del impoluto universitario que en Terciopelo Azul se asomaba al abismo gracias a Isabella Rossellini.
No exagero, supe cuando poco después un reportaje exhibió el trafico sexual infantil en la ciudad donde Tú creció.

Para morir iguales
No sé cómo organizar las viñetas con ése título, Ohsis. Al principio pensé que debería empezar así:
No importa por donde vayamos nos acompaña la fotografía de un muchacho. Tiene dieciocho años, la piel mulata parece de aceite, los cabellos se le ensortijan y los brillantes ojos negros sonríen.
Al poco de recordar esta estampa que presidía el hogar de Mario el Jarocho, fui citado por la Corte de Medianoche (1).
Igualitito que en la obra cumbre del último gran poeta en lengua irlandesa, duermo plácidamente y el reclamo de una metálica voz me despierta:
-"¡Eh, tu, vago, ¿qué haces ahí cuando la más digna corte jamás reunida espera para juzgarte."
Claro, no estoy en el lomo de un río, a la manera del campesino en el poema, sino sobre la cama, y no es una monstruosa mujer de mirada sangriente quien amonesta, sino El Grillo, metro sesenta de altura, pecho echado pa lante y ojos de capulín.
-¡Comadre! -le digo harto contento de verlo luego de casi cuarenta años.
-No te hagas baboso y jálale.
-¿Y ora?
-Que nos juntamos pa darte con todo.
-¿A mí? -alcanzó a preguntar antes de que como en un sueño aparezcamos en un castillo cuyas troneras echan humo de fábrica.
Frente a nosotros el abuelo, Filiberto, uno de las muchachas que no murió en 1524, Bryan O´ Donnel, Artemio, la niña que perdió una pierna en un bombardeo, Felícitas, Malena, el propio Jarocho, en gigantescas representaciones se sentaban a una mesa en lo alto. 
En la multitud alrededor había muchos rostros conocidos y el resto tenía un impreciso aire familiar.
Acostumbrado a los escenarios con miles de protagonistas, el abuelo no necesitó forzar la voz para que se escuchara a través del eco profundo en el fantástico lugar. 
-Mira -dijo extendiendo la mano en un movimiento circular. -Te nos dimos, tan diversos en tiempo y espacio y tan íntimos como deseabas. Y has traicionado nuestra confianza. 
Prometo cumplir la tarea y recuerdo a Domingo embobándose con los recuerdos de una bronca toma de predios, para que de pronto, sin venir a cuento, pensaría uno, los ojos se le fueran quién sabe a dónde y decir: 
-Todo fue por mi papá, que vendía pájaros en el mercado y no tenía un centavo y andaba cante y cante.



Demasiado humano
Hay buenos motivos para iniciar en la bahía de Santiago de Cuba una mañana de noviembre de 1517.
No estoy seguro qué historia perseguimos. ¿La de una pasmosa revolución de los tiempos y los espacios humanos, cuyo resultado obra de diabólica manera a comienzos del siglo XXI?

Esperen. Vayamos a un inicio distinto a los planeados: las columnas de Hércules o de Melkart, si quieren, en 1325. Más bien, a un centenar de kilómetros al oriente de ellas, pues nuestro guía, Ibn Battuta, abandonó hace días la ciudad erigida frente a aquél brutal encuentro del Mediterráneo y el Atlántico, en la cual nació.
Vayamos sin pretensiones de gran sabiduría y una carcajada por quienes las tienen con tan pocos méritos como nosotros. 
No conozco Argelia más que a través de una maravillosa película y las descripciones de diarios más o menos contemporáneos a la época en la cual estamos. Para ayudarme busco fotografías y redondeo la imagen de una tierra mágica. Battuta, nuestro personaje, descansa en una llanura cerca del mar, que en estos tiempos no cultiva la agricultura. Parece el eco del desierto del Sahara, muchos kilómetros a sus espaldas. En las fotos la tierra es rojiza y le crece una rala hierba. Por aquí las caravanas pasean hace cuatro mil años quizás. Las dirigen los bereberes seminómadas, cuyos rostros en las estampas de mi computadora muestran como seres salidos de un cuento. Visten túnicas muy bellas en su sencillez, y se cubren la cabeza y parte del rostro con telas de colores vivísimos: azules, anaranjados, rojos. Sus miradas guardan secretos que les dejan innumerables generaciones transitando a veces sin encontrar a nadie en días o semanas.
De no ser noche al fondo nuestros ojos distinguirían el filo del mar, y el cielo sólo se iguala en riqueza al de los sioux del Niño de Piedra, a quien me refería antes. Sin duda como éstos, los pastores trashumantes guían más sus jornadas por el mapa de estrellas que por el ciclo solar.
El perfume de los árboles de dátiles lo conozco bien, porque a cachos pasé mi infancia cerca de ellos. Emborrachan un poco, ¿saben?, de dulcísima, penetrante manera.
Battuta cubrirá tres veces la distancia que hará famoso a Marco Polo, el paisano de Cristóbal Colón cuyo diario de viajes alimentará el descomunal apetito en quienes dirigirán la conquista del Nuevo Mundo.
Hagamos un alto, pues el camino es largo.

Red de agujeros
A pie por el camino mi compadre Agustín y yo no nos cansamos de dar gracias a la fragancia de la hierba alta, jugosa, en la que pareciera no caber un tallo más, y a sus verdes suaves por el sol, siempre padre y aquí en un papel distinto a los muchos que decidió y no hacer en nuestro gigantón urbano. Padre sol y madre tierra, sabemos ahora, envueltos por ella y su prodigalidad. ¿O los géneros deben intercambiarse entre ellos, pienso recordando una milenaria leyenda de las naciones muy al norte de estos lugares, donde la luna, por ejemplo, era la tea de un celoso amante?
Deberíamos preguntar a los campesinos y campesinas que rinden el diario culto a las prodigiosas matas alrededor, divinos regalos entregados casi cinco siglos atrás a sus conquistadores, y se nos hurtan a la mirada por sus ocupaciones o deliberadamente, como el pueblo sombra que se me descubrió una mañana en una colonia de posesionarios y luego gracias al abuelo.
Todo enamora a nuestros ojos de ciudad: el contraste entre la vegetación y el rabiar azul del cielo, la franja arcillosa que serpentea frente a nosotros, el apenas perceptible reptar o trepar de pequeñísimos seres y esa terca soledad aparente que a lo repentino se viene abajo.
“-¡Bájense todos, hijos de la chingada!" –grita a los ochenta hombres en un camión de redilas “un señor grandote” que carga “un radio” -Bótense al suelo porque se van a morir.”
Ya está: el compadre y yo llegamos al momento que nos trajo hasta aquí en la manifestación material a través de la que la Corte de Medianoche asiste a los viajes convenidos.
Ahora, nietos, ustedes se suman a la aventura que en la infancia guía el canto de Felicitas, a quien sin eufemismos llamo nuestra sirvienta
Casi medio siglo me tomó acercarme al misterio que intuía también en los viajes al puerto de mar donde papá nos llevaba. La carretera corría sobre el mero paisaje en el cual la Red de Agujeros convirtió a estas tierras de densa, milenaria historia, por los que yo buscaba ansiosamente con los ojos, gracias a propia Felicitas y sus iguales a cientos de miles; a la señora de los tamales en la esquina y la avalancha de albañiles, jardineros, trabajadores de las fábricas en torno nuestro. Buscaba sin sentido, pues la ruta aquélla se trazó sin hacer caso más que a las caravanas en pos de los productos traídos de fantásticos lugares al costado contrario del océano.
Tanto el misterio oculto a la carretera, que no lo develo bien a bien sino ahora, con mi compadre, en el vado donde un camino interior tuerce.
Aguas Blancas se llama en paraje adonde llegamos y no habría razón para la presencia de tal número policías apostados entre la maleza y tras sus camionetas, de no ser el castigo ejemplar que se aplica a miembros de la Organización Campesina del Sur.
“-Nos espantamos, pero yo no creía que nos iban a matar -–contará luego uno de ellos. Y otros:
“-Sentí que nos estaban cazando....
“-...me tiré al suelo... Oía los quejidos de las personas que estaban matando...
“-Me sentí mal al ver como nos habían trozado aquí de la cintura al compañero.
“-Cuando estaba ahí debajo del camión, pues yo sentía algo caliente que me caía aquí arriba, así, pero yo no creía de que fuera sangre. Y cuando ya nos sacaron de ahí ya vi que había muchos más regados así, alrededor del camión y adentro también.” (1)
Las con justicia llamadas fuerzas del orden dan el tiro de gracia a los diecisiete caídos, y la cámara de video que llevan corta mientras recomponen el escenario: los machetes de los campesinos asesinados se retiran para colocar rifles y pistolas en sus manos o cerca de ellas. 


¿Primaveras en otoños?

"Pero debe haber liderazgo para que los manifestantes del Líbano sobrevivan a su lucha. De lo contrario, se dividirán. Y fallarán." ¿Esas palabras escritas por Robert Fisk aplican para Chile, que protagoniza no una primavera, como llamaron a las "árabes" -"islámicas" sonaría más justo; habiendo cristianos involucrados...- sino una "revolución", según gustan calificar al precipitarse de los pueblos latinoamericanos en octubre pasado -¿cuáles más, si sumamos Haití y Ecuador?; ¿incluyen a Bolivía, donde defienden el voto, y Argentina, que volvió por sus fueros electoralmente?; hay quien agrega a Uruguay cuando está todavía por venir una segunda vuelta con dudosos resultados-?
Suman a la 4T méxicana, hasta ayer ninguneada, y así no entiendo ni tantito, ideólogos marxistas de quienes tomo la categoría. Bueno, también lo hace la izquierda argentina", cuyo primer acto será visitar a AMLO. 
Inició ayer en La Habana el Encuentro Antimperialista de Solidaridad, por la Democracia y contra el Neoliberalismo, mayormente mero blabla, me temo, pues murieron Fidel y Chávez, sin quienes parecen inconcebibles los "gobiernos populares" que marcaron nuestra región -¿a partir de 1990 o 1994?, aclárenme si son tan amables- y sus pueblos están en un callejón sin salida, aunque quizá siguen constituyendo la única reserva.
Falta nada para que crea al delirante anarquismo ¿continental? -a pura pregunta voy, esta vez con dudas sobre la posible extensión a Estados Unidos, de donde mi optimismo ¿esperaba?, ¿aún lo hace?, grandes cosas. 
Contagiado, quiero tirar el arpa con que canté a Santa Utopía.
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Uno tiene malos días, como el que empezó con esta nota y al cual puede sumarse otro peor, ayer, cuando me informaron la posible marcha de mis nietos adonde soplan menos los huracanes en nuestro país.
Paren, quise decirle a Él, su padre, y no hubo manera mirando un video. Catorce o quince años tiene el joven palestino a quien a la entrada de un túnel esculcan soldados israelís. Lo dejan ir y al llegar al fondo un arma dispara y atina.
Los uniformados dan vuelta tranquilamente. No hay duda: el celular que registró la escena era de ellos, que lo circularon.
Para entonces corregía un libro sobre la industría armamentista sionista, cuya oferta incluye adiestramiento a sus usuarios, basado en experiencias en Gaza y Cisjordania.
"Es en ese espacio donde la doctrina de seguridad con la que fueron entrenados dichos elementos -explican allí usando casos mexicanos -entran en juego las decisiones personales, que finalmente no lo son tanto, sino que están influenciadas y delimitadas por una serie de elementos aprendidos previamente sobre cómo reaccionar en situaciones similares."
Tal vez, pues, los soldados en el túnel tomaron esas estampas para mostrárselas a sus superiores y ganar un bono como contribución a las destrezas que luego se exportarán produciendo grandes ganancias. Cuestión de mercado, en resumen. 
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Y en resumidas cuentas, ¿para qué la gira?
Simple, Watsones y Watsonas. Hay una revolución mundial en curso.