miércoles, 13 de abril de 2016

Inesperada (4)


Si nuestro diario aspira a sobrevivir debe reducirse a su mínima expresión, Tic.
Debo aclarar los enredos que hago aquí y que me sugiere como un tipo ocupado en grandes tareas. Provienen de mis sueños y así no responden a la voluntad. 
Por lo demás no alardeo, recordando cada poco cuán pequeños somos la Inesperada y yo. 
Permitan al viejo que rejuvenece celebrar sus modestas, monumentales conquistas.

Cambio de planes. No se trata de abandonar lo anterior por lo nuevo, sino reunirlos. Lo supe ayer en un parque que las empresas inmobiliarias y la autoridad intentan expropiar a los vecinos. Ni rezando al santo gracias al cual tienen hasta 800% de ganancia conseguirán avanzar. 
Luego vi al monstruo frente a mí: un predio inmenso en una de las zonas más rentables de la ciudad. Harán cincuenta, cien, vaya uno a calcular cuantas lujosas plantas y ya las primeras obras pueden derrumbar los edificios habitacionales alrededor.
Juntemos todo, Cosa: el campo y la ciudad.
Tú viejo no podía más con su alma, catorce horas después de rodar por la ciudad. Ahora planeamos jornadas que por fuerza serán semimprovisadas. Sin percibirlo, la relativa paz que creemos disfrutar aquí es tan frente de guerra como el resto en esta Casa del horror
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Día siguiente.
No hay manera. 
Llaman de muchas partes, todo está por hacer, convenzo muy fácil a otras y otros, vamos juntos y cuando volteo quedé solo y no por traición.
Ando un camino al revés, que probó su justeza, y cada poco topo con pared. Eso de editar silencio es realmente difícil, jeje.
Giro la cabeza en redondo y no veo escape. Nuevo callejón sin salida, pues. Hallaré cómo, a la manera de cien veces antes. 
La libertad estaba
a la vuelta de la esquina.
Pero con la verdad tan lejos,
¿para qué puede servir?

El bromista baila al compás
del canto del ruiseñor.
El pájaro vuela alto
bajo la luz de la luna.

Jokerman.

El sol se pone tan rápido
en el cielo.
Te levantas
y te despides de nadie.


Total, sombra soy y en sombra me convertiré, jeje. Seguirán diciendo que jugué una partida con ellas y ellos y hasta jurarán que nos fuimos juntos a la cama comunal. Si andaba en la azotea, pregúntome yo, cómo hice para vaciar los bolsillos de tal o cual o los míos por generoso gesto. En batita estuve siempre, según recuerdo, hasta hoy y gracias a eso puedo sonreír a la fotografía que vaya a saberse quién toma a mi primer año cumplido.
El que tú y los nietos conocen, Tic, y Él, el Nuevo y nadie más, quizás fuera de Juan.
Ahora pondré -no te rías, Cosa; obsesiones son obsesiones... 
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Bastaron unas horas para el formal desaparecer. Nadie me buscará más. Se siente raro al principio, como siempre.
(Sigue riéndote con la música que escojo, jeje.) 
Ahora a buscar a quienes debo. No será fácil que me acepten. Ni modo, comenzaré de cero. Bien acostumbrado estoy. 
La comodidad es un socorrido truco para el desamor, díjele a la joven aquí junto. También sirve para desentenderte de lo que es mucho más que compromiso. 
Aun así continuaré haciendo mis tareas. Las sombras reverberan, ¿sabes, Cosa? Al esfumarse, sus ondas producen un vacío y no es justo que otros paguen por ello. 
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Para N:

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A ratos esto parece mi diario. Es la forma de contarte lo que evitamos en nuestras charlas. 
Suena el Dylan justamente receloso con internet. 
De tarde y por soberana voluntad me comprometí a un nuevo proyecto ligado a los que quiero dejar. Hay buenas y malas razones. Ni muy, muy, ni tan, tan, pensé autocomplaciente mientras hablaba ante quienes decidieron resistir y así se suman a muchos más. Al nuevo camino le falta trabajo todavía. ¿Conseguiré abrirlo?


No dijiste nada de mis ojeras pero los ojos te delataron. Alambrista se llamaba la primer canción que nos hiciste, luego famosa con otro título. En ese tiempo había apuestas sobre cuándo caería cada uno por su cuenta, o juntos si conocían o intuían nuestra historia. Qué poca sabiduría alrededor. Oficio es oficio, y naturaleza, naturaleza. 
Al poco de tu marcha una amiga dijo Lo esperaba, la ilusión se gasto, ¿verdad? Le respondí recordando tu llanto en el aeropuerto. 
-No seas necio, Cuac... Te equivocas... Si eso sucede, entonces... Un año más, para probarte... ¡Tonto...! ¡Te odio...! ¡Deja tus rollos de abuelo...! ¡"La libertad duele." Estúpido...
Dije muchas tonterías, cierto. Mi mejor argumento tardaría en llegar: N.
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Los Tic días no conducen, están. ¿Qué lección aprende N de eso? ¿La aldea mágica es su futuro? Hay en ella siglos o milenios. ¿El pequeño se volverá compositor y laudero, entonces, haciendo un camino a la inversa, hacia atrás?
Callas y yo evito preguntar. Contemplo. Nadie conoce los secretos del mar, dices sin palabras. O de la tierra y su reunión. ¿Cómo explicarme el estero? Con tus paseos. Abres la espesura para que entienda cuánta riqueza hay en una aparente simple mancha vegetal. Luego diriges mi vista al agua que te baña los pies y la cabeza bien erguida me descubre el viento, su siseo trayendo historias quién sabe de cuán lejos. Ritmo y más ritmo, multitudes. Déjate llevar, pides en silencio; enloquecerás si tu locura no rima con la suya.
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Nada hago a ocultas de P, quien no lee otras viñetas porque sabe cómo es su Cuac, hermano o hijo a ratos.
Aborrece las redes sociales, esa Tic, y sabe cuánto cabe en una criatura, por pequeñita que sea, como yo.
A cambio de su desentendimiento ahora, cuando se fue siguió cuidadosamente mis blogs, preocupada por el hombre que quedaba en la soledad absoluta.
Le costó un enorme trabajo curar su sensación de desamparo y hablábamos por teléfono o nos mandábamos correos varias veces cada día. 
Bien presente tengo la tarde en que probó cuán justa fue mi terquedad. 
-Voy a ensayar con ellos, Cuac -dijo y la voz campanilleaba.          
Hoy pareces muy madura. Tal vez lo fuiste siempre. Nuestros silencios compartidos se dirían certámenes de oratoria, jeje. En verdad sobran las palabras que aquí sirven para dejar constancia a quienes amamos. 
Juntos casi no las hay o se usan en broma. 
¿Puedo poner esto? Sabes que viene de mi primera adolescencia.
Hace mucho una mujer con quien iniciaba relaciones preguntó si me sentía incómodo, por mi largo silencio. Y era todo lo contrario. Cuando llega la auténtica dicha, y no felicidad ni alegría, como bien dice la Mal nombrada, callo, le aclaré rompiendo el mágico momento.
Nuestro último encuentro en físico pasamos horas sin hablar. Los sentidos eran más que suficientes, y tampoco nos tocábamos.
Hoy solté la lengua de más, como acostumbro, y tengo cruda por ello, como acostumbro.
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Doy pasitos rumbo adonde quiero, Clown, y el domingo y por pocos días estaré en el Sur.
¿Por qué trato de creer que hago algo interesante?
Sé lo que piensas y por respeto guardas, sobre mis empeños.
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No abandonaré a mis hermanitas y hermanitos. Si hay viaje tendrá que ser con ellos. 
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Esa mujer, P (me refiero a quien compuso la canción):
Resumo:
Hay estaciones, a la manera de la tierra o una carretera, dicen aquí y allá. Respeto el pensamiento inmemorial y le pido permiso para andar como quiera. ¿Cumplir etapas o grandes tareas? Sé y no de qué me hablan. Revuelvo todo, esa es mi gracia. Camino hacia dentro y atrás, editando silencio. Nadie lo hizo mejor o peor, Malditos aparte, desde luego, y confirmo: soy más joven que a los veinte, cuando todo estaba perdido. Tengo la eternidad y vivo en el día tras ella.
¿Verdad, Tic?   
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Pasan dos semanas y regreso del "Sur, geografía profunda", según dijo hace tiempo un amigo.
Te conté muy poco en estos días, Clown.
Las cosas salieron mejor de lo pensado y tengo un pie bien asentado donde debo. Falta el segundo.
Tiene que ser sin las hermanitas y hermanitos. De una gran apuesta a solas, hablo, para quienes hay que, claro. Tú y los nietos, única compañía. Tentaciones y más tentaciones alrededor, buenas y aun así... 
¿Se puede?
Apenas bajar del avión, un telefonazo como gran muestra de cariño desviando el camino. Perdí dos días. Ay, Tic, cuánto te necesito. A ti y al mundo que creaste.
No alteraré tan buena foto.
El yo de antes agradece ese perfecto lugar y la docena y media de jóvenes en la casita luego, hasta hoy.
Cierto, también durante el viaje tuve que echar mano del payaso. Sólo eso, aprovecharlo y por un momento.
No más. 

Lo pienso un poco, Cosa, y quizá sólo tengo un pendiente, porque del resto se encargará el buen país: tú y S y E. 
¿Me recibes?
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Hoy el video chat inició con la vista del escritorio junto al piano. Era tu respuesta a mi demanda, diciéndome al paso Siempre estuvo aquí y seguirá semiabandonado pues no puedes vivir sin los sueños que te hacen, así esta mañana pienses en renunciar, Cuac.
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Dos días después le anuncio mi viaje y suelta unas lágrimas que no son de felicidad. Su viejo mantendrá el compromiso, sabe, con dolor. No puede más, cualquiera lo nota, y en el puro no de hoy se prepara a acunarlo.
-Te quiero cuando la dicha revolotea y también al quebrarte -dice, siempre sin palabras.  
Me ha visto derruido y si el hombre que así recibe es doblemente suyo, se pierde para los dos. 
Entonces mi sueño aquél está de cabeza.
No, Cuac, sé que estás bien, sólo dudas porque el paso no es fácil. De todas formas el escritorio te necesita siempre, escribe.
Luego reímos por teléfono jugando con la necesidad del escritorio y no de ella.
¿Será que todo lo hago por ti, Tic, para crear el imposible y obligarnos a un extra en las demostraciones?
¿Cómo nos quisimos al marcharte? ¿A la manera del sueño? No, responderás, pues separarnos fue decisión tuya. 
(No selecciono las canciones. Pasan directo desde nuestra sala, una de ellas, porque ahora tenemos dos.)
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Extendiendo el viaje pude ir a verlos. Sólo una noche. Te necesito siempre y aun así... 
Mi Inesper, subrayado.
Esta semana regresaré también por unas horas.
Cómo me acoges. Por fuerza el viejo se siente muy joven, y de su exacta edad a la vez. Estar donde y según debo, dije hace un rato por ahí. Contigo es todo tan natural. 
Quizá un día andaré en silla de ruedas. Si lo hago encontrarás la exacta manera para conducirme, "garantizado".
Esta tarde sobre nuestra primera cama te recordé, horas, entre el perfume de la segunda, que seguía en mi ropa.
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Lo mejor empieza en 2:50, ¿recuerdas? Después



Llego a tu casa mañana, marcho pasado y volveré el jueves por la noche.
Lo que importa anda bien en apariencia y no es del todo así. Bueno, ya no sé cuánto. 
Abrí el camino y eso es un enorme paso. ¿Debo dejar el resto atrás? 
Hay algo frívolo en mi comportamiento, o caprichoso o acomodaticio.
Sigo hablando de mí y la Tic prepara la fiesta de su aldea. 
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No queda más tiempo que para la tristeza y la ira, acabo de decir. 
Eso allá, donde no estás, P. Lo nuestro es la melancolía.  
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Pasan los días, nos hablamos por aquí y por allá y el diario queda abandonado.
La Tic tiene nuevas canciones, que no le convencen, dice. Van a más de un lado, con ellas sobrevive económicamente y no termina de gustarle la idea. O no del todo, pues es imposible imaginarla haciendo algo que desprecie. 
En cualquier caso la música en su aldea compensa lo demás.
Es un pueblo dirigido por mujeres y los hombre hacen de lauderos y tocan en otras partes. De eso sale el complemento para una economía que se basaba en la pesca y ahora apenas la practica, combinada con pequeñas milpas y un poco de artesanía.
Viven en el estero desde dos siglos atrás y antes vinieron de otro, al norte. Hay algo de gitano entre esa gente que echa suertes. La llamo mágica no por capricho.
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Mi Tic:
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Hablar de amor aburre cuando el idilio es permanente. Por eso, creo, cuento mis días, ásperos en comparación. 
¿Exagero? 
Nuestro primer tiempo juntos abultaba en heridas y desencuentros, es verdad, y también que venían del exterior o de las historias personales. Ni pequeñas disputas hubo entre nosotros, Tic.
Como dos animalitos nos refugiábamos uno en el otro.  


Hoy nos ayuda la distancia y podría no hacerlo.
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Que en la aldea preguntaron por tu pato, dices, jeje.
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Te conté mi viaje con Juan a "casi Memphis, Tenneessee", Tic. Empezó por Nueva York, que conocía más o menos bien. Todo es San Juan de Letrán, le dije a mi guía espiritual para espantarnos el miedo, y apenas dejar las maletas en el Chelsea Hotel corrimos a Broodway y la Séptima. 
Ante nuestro asombro existía realmente el bar de un álbum de Dr. John ¡y él estaba ahí!, con su solitaria alma, los meseros y sacadólares y media docena de parroquianos. 
Lo saludamos sin acercarnos y echó una mirada, un escupitajo y una frase: No han sufrido suficiente.   
Si nos acompañaras, Inesper, la escena se habría repetido. A qué discutir. Lo suyo era el blues.
Tú cantas otras cosas y de dolor sabes cuando menos el doble que él.
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De imposibles lo nuestro, finalmente, por eso su aire conmovedor. Ocho años queriéndonos y sabemos que la reunión no se hizo para nosotros, así haya un tiempo Tic-Cuac de muchos día tras día y a ratos duermas en mi cama, te abrace en tu balcón y apenas haya hora sin saber uno del otro. 
Casi por regla suspendo el relato de momentos juntos o que te contienen, como los sueños. El mejor de éstos glorificaba la imposibilidad que por acumulación se vence. 
(A la 1:15 pm escucho tu nueva canción. Hiciste un enorme esfuerzo en el volumen de la voz para no despertar a N y por ello alcanzó rincones insospechados. Sin palabras, y las tuyas, dirigidas al hombre sombra jugando con su sonoridad, hipnóticas. 
(El infantil coro: Tic, tac/ tú nos inventaste, Cuac. No pongo a Beth Hart por casualidad, ¿cierto?)
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Se hace noche otra vez y tu viejo estuvo con quienes retan a los Malditos. El cerco de fuerzas públicas impresiona más que nunca.
¿Dramatizo si al ver uno por uno y una a esos miles pregunto cuál caerá primero, herido, preso, quizá algo peor? 
En tus rumbos no hay esta clase de guerra, Cosa. ¿La imaginas, acostumbrada a la otra, que concibo sólo relativamente cuando te visito? 
Las canciones románticas sirven para toda clase de amor. El blues, recordamos un segundo aquí arriba, existe porque trasuda trágicos siglos colectivos. Ella o él en sus canciones pueden ser Pedros o Marías con los amos encima. 
Mi más antiguo conocido sigue sin aparecer. ¿Es la edad quien se lleva el miedo? ¿Con los años morir se volvió una idea fija?
En un chat:
Jueves. J D: Ya que se arme. Yo: Sí, a los putazos
Viernes. J D: Ay, nanita, se viene la grande. Yo: ¿Pa dónde corremos jjjjjjjjjj   
En cualquier caso cántenos, Beth, sabremos entender. Después toca de vuelta a P. (Obsesiva tu canción en la casita.)
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Voy terminando los cuadernos, Tic. ¿Qué haré con ellos? Nada. Si algo valen llegarán hasta E y S. ¿Y nuestro diario? 
Estamos cerca de donde nos encontraba aquél sueño. Hago la mochila y en cualquier momento te presentarás diciendo Vamos, ante mi asombro. ¿Me quieres desde los quince años? No, tenías veinte y yo... Entregué un acta de nacimiento para tramitar algo. La fecha era correcta y como reprobé matemáticas me sobra creerme adolescente. 
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Es martes y quien lea mis cuadernos se extrañará de que el exilio me tiente otra vez. Tú no, Tic.
Exilio como simultánea ida y regreso. Encuentro el camino y lo extravío. Es cuestión de sombras. Grito para que se me abran las puertas. Cuando lo hacen estoy bajo reflectores, claro, y me odio. 
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Sólo sé que el sol brillaba en esa primavera de 2008.
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Desperté temprano, si tomas en cuenta mis hábitos, Tic, para ir con quienes sostienen el futuro -busco fórmulas como esta, evitando nombrar, y me vuelvo más alambicado que de costumbre-, y corro aquí, como otros días a tal o cual cuaderno, siquiera un momento.
Salir a la calle sin escribir tiene algo de tortuoso y ahora esto poco sabe a nada. Faltan quince minutos y estaré incómodo hasta que pueda sentarme por ahí con pluma y papel. Viejo y desde siempre pendiendo de sensaciones, mi sistema nervioso y no sólo la cabeza, según suelen decir, son un alboroto en busca de palabras.   

Regreso doce horas después, duermo lo que se supone es una siesta, despierto de madrugada y van las notas:
¿El día fue seleccionar y cargar libros con la encargada del campamento, o morir de amor por las tres maestras y el maestro que todo me contaban, o subirse al Metro hecho pomada y que una joven me cediera el asiento y yo por vergüenza no lo aceptara, o no parar de botanear en Azcapo o descubrir de nuevo que no se puede con la vejez, o repasar la interminable lista de tareas, o alucinar por el desorden que es mi departamentito, o no parar de comer cosas ricas, o, o, o?
Confirmo: parece imposible parar al magisterio. Es lo que se ve y lo mucho detrás: décadas de lucha, de intimísima relación con las comunidades, una geografía ideal para la resistencia, los avances en un proyecto no sólo educativo sino de nueva sociedad.
En la red social, Crhis sube unas fotos. Son de muy mala calidad pero no mienten: estoy hecho un palo. ¿Por qué los espejos se comportan tan noblemente conmigo y me enamora el cabello que amarillea, brillante, el sano cutis y los ojos amielados y vivos?
Éramos tú y yo
sentados contra un manzano
al final del verano
Éramos diecisiete años
celebrábamos, bien apretados...
Dice la canción recordando mi sueño y la tuya, mucho mejor. 
Vuelvo a otra.
Todo debería ser el país promesa cuyos gritos comparto y veme, Cosa, pensando tonterías. Dejémonos a solas en la pista.








Bailando despacio.
El de la foto pregunta si lo quieres, Tic, jeje.
No tengo batería suficiente para cumplir los impulsos, estoy rebasado por primera vez desde la gran huelga aquélla y recordándola tengo miedo. Su mensaje fue clarísimo: Haz sólo lo que puedas. 
Entonces vengo aquí y leo con vergüenza. Borraré esta entrega del diario.