martes, 12 de enero de 2016

Última función I

Leer primero Calzada.
 
Se necesita un epígrafe, ¿no, nietos?
"Desocupado lector: sin juramento, me podrás creer que quisiera que este libro (...) Pero no he podido..."(1)
Cuanto tiene que ver conmigo es quijotesco, como esas palabras: vejez, locura, sabiduría por ráfagas, exposición al ridículo, molinos de vientos, afanes de redimir al mundo, Dulcineas (jeje), Sanchos y Sanchas (jeje).
Mi discurso aquí es de quien a un tiempo apenas sobrevive y busca y quizás encuentra en el momento tal vez más decisivo para nuestras tierras desde hace cien años, sumultáneo a la gran crisis civilizatoria.

Soy un cronista. Jamás fabulo. Escribí porque las realidades que me formaron parecían demandarlo o respondiendo al apremio personal.  
Cuanto más tecleo hay menos literatura en mis lecturas. 
Este es el séptimo cuaderno y segundo en rastrear mi vida. 
Sobra texto, aquí arranca nada más y como si recién despertara le falta bañarse, peinarse, etcétera. 
Cuadernos recuerda el sentido del "trabajo" general.
  

Cuánto cansa la pasión amorosa. Bienaventurados los viejos. Cesan los gritos. Nadie sino el par de pildoritas sabe que ese hombre está en el parque y sólo él cómo mejor mira y declina hacia el único tiempo de verdad, el de ellos en él. Qué paz. En la rama más próxima una amable mujer de negro levanta los hombros y sonríe.
-0-
Eso escribí luego de la extraña, breve aventura con Mía, que me devolvió a lo que hacía mucho era cuestión de pasado, pues los últimos años conocía el amor sin juegos de posesión, propios de quien se hace viejo.
Entonces a tres mil kilómetros apareció la joven de veinticinco años:
Se vaya pronto, se vaya tarde, no habrá modo de olvidar a la Niña. ¿Porque es joven?, ¿porque es hermosa? Sí, sin duda, pero sobre todo porque es ella.
Imposible encontrarla antes. No habría reparado en mí y yo no habría sabido entenderla. Supera mi fantasía y puedo verla gracias a los ojos de abuelo y a la manera en que se desnuda sin pena.
-0-
Es cierto, vendrá la Niña, pero en el columpio de la ilusión donde se mecerá un rato, tampoco caerá en cuenta de mi presencia ni de la mujer que contempla desde una rama. Verá sólo las manos que la balancean, la boca que la celebra, los ojos admirándola y aprendiéndola mientras se saben más acá: en el suave despeinarse de las copas de los árboles, la tierra que no escapa, entre los cuales seguiré cuando ella se despida rumbo al ruido.
-0-
Son ustedes, nietos, con quienes fui al parque. Forman parte de los personajes protagónicos en estas viñetas. Presento brevemente a sus dos acompañantes:
Sin tragedia lo nuestro sería novela rosa o simplones episodios eróticos. Si P no existe, yo tampoco. ¿Ese cadáver que sobrenada en un río de aguas negras alguna vez se llamó como ella, Inesperada?
El párrafo viene tras una relación de asesinatos, desapariciones, trata de personas, feminicidios, en los últimos meses aquí, en La casa del horror que llaman México. 
-Usted no puede morir -dice la Mal nombrada, con quien comparto sueños colectivos. Junto a mis viajes místico-pasionales que P representa, van esos otros. 
 
Viajes
Es domingo y el chofer de un pequeño transporte público se esmera en matarnos, como quienes conducían los pericos de casi medio siglo atrás por esta valle contiguo al nuestro, Ohsis, donde están mis mejores recuerdos. 
Aquí el asalto de las casitas a los cerros fue incontenible y el verde se conoce sólo en dibujo. 
Bajo donde Dios me da entender, pues no ubico ya bien los lugares. Voy a un absoluto fracaso si se hace caso a las primeras impresiones. Entre sombras, siempre entre sombras, puede verse algo más.
De nuevo domingo viajo quince minutos en el Metro hasta un barrio bravo donde lo colorido es ley: la gente, el habla, los edificios. La próxima semana haré un viacrucis de dos horas para alcanzar el punto contrario al primero, y marcha atrás luego otra vez, obsesionado con el espejismo de las montañas que no se agrandan según el auto de quién sabe quién avanza hacia ellas, pues para setecientas mil personas hay una, única, serpenteante entrada. Y así, sin falta entre regocijos y compañía, de jóvenes mujeres sobre todo, empezando por las que llamo hermanitas, inimaginables años antes pues retan cuanto se les ponga enfrente, tienen bocas sucísimas y apenas pueden contener los borbotones de ideas en sus cabezas.   
¿Nueva exageración? Cómo precisar a estas alturas, si creo que mi historia termina por tener sentido. Una suerte de Cuanto hice antes azarosa o estúpidamente respondía a la más correcta lógica y los más sólidos principios
Más adelante hablo de ríos a los cuales marché haciéndome viejo. El segundo conduciría hoy al llano con desiertos toldos que acabo de distinguir. 
Escribí algo sobre sombras y reflectores y no atino cuánto es un amanerado juego de palabras o una trampa con lo que creí escuchar a mi abuelo, a Filiberto y demás, nietos.
Más allá de las veleidades de este yo, los agujeros en nuestra Red no se borraron con el tiempo. Por sus túneles va el hormiguero y si inventé un río no el curso.
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No nombrar es la regla, jugando entre lo dicho y lo callado, y por ello la ciudad en que ando se pierde para ustedes.
Basta mi cuadra cuando niño para ocuparme la vida entera si busco a lo derecho, parecería, y andamos ahora entre veintidós millones atiborrados en millón y medio de kilómetros cuadrados. Hay allí una urdimbre por donde afloran mil anteriores superpuestas o cuyas fuentes están regadas por vastísimas tierras y son eso, orígenes, pasado, adentros tras adentros que se vuelcan en secreto y no explican sino en algo los actos uno a uno de esos millones, el cada día creciendo hacia afuera y adentro otra vez para recomenzar mañana, cuando ustedes hagan lo propio, E y S. 
Largo tejer entre valles, trepando montañas, a pedazos. Auténtico rompecabezas cuyo armado quedará en el misterio por los siglos de los siglos pues no para. 
El primer lugar al que fuimos ilustrando mis paseos, antes era el Santo Lugar, municipio connurbado en el norte de nuestro gigante urbano. Fuera de la ancha avenida por cuyo centro corría el ferrocarril, durante los primeros tiempos podían recorrerse kilómetros sin un alma, y enseguida y cuando menos se esperaba desde la nada aparecía una colonia que improvisaron sin pedir permiso.   
"Caos apasionante", digo que dijo quien miraba desde fuera el país poco antes de mi nacimiento y en esto alrededor había entonces un millón de almas. 
Crecimos siguiendo necesidades y caprichos, sobre un mapa alguna vez coherente. 
"Aquí, toda la geografía tiene nombre. Y lo que tiene nombre, tiene significado”, escribió un estudioso, y se vaya donde se vaya el apellido indígena supura siglos o milenios. Encima, lo que construyeron décadas de furioso crecimiento. 
¿Cómo describir ese rompecabezas rearmando su historia, que transcurrió a mi vista?   
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Sombras y reflectores. No está mal la imagen, pensándolo bien, y corresponde a lo que en verdad me enseñaron el abuelo, Filiberto, etcétera.
Un amigo hace los mismos trayectos que los míos. Siempre bajo las luminarias, va por ellos para decir y jamás escucha. No lo culpo y me ampara. 
Cuando marcha yo quedo y encuentro cómo regresar, cada vez más dentro, con las hermanitas, haciendo nuevas y nuevos.
La figura del río es alambicada y no yerra por completo.
Mi vejez privilegiada la construyeron las circunstancias. Qué importa. El privilegio sí. ¿Cómo traspasárselos, E y S?
Son los interlocutores del cuaderno y nunca intervienen. ¿Porque justo hoy cumplen diez años? ¿Y dentro de cinco, cuando se echen a la aventura? ¿Irán por esos lados, los verán al paso? ¿Entenderán que están en las regiones ordenadas por la buena educación?
Esta última frase tiene mucho de lugar común y mucho de sabiduría. Somos esquizofrénicos sin darnos cuenta pues la realidad a los ojos parpadea imperceptiblemente, y del tema sé un rato, según les consta. Toquen las paredes para sentir sus pálpitos o prendan y apaguen un foco o miren con atención dentro del refrigerador. Cada cosa se encuentra allí y se fuga. También las calles.
 
 
El Grito
Noche del mexicano grito y al Barrio, como llamo a mi cuenta depurada en FB a lo largo de nueve años para no vérmelas con la parte del país que desprecio, lo pone furibundo la fecha reglamentaria y está casi vacío. 
David: en Neza los cohetes son K 47
Dany:¡Vivan los hoteles de Tlalpan! Ahhh no vea…
Yo estoy alelado con la música que buenas razones me traen. 
Pregunto a la Dany en el hotel de paso en Tlalpan, si su grito no fue mera oportunidad para una de las geniales declaraciones que acostumbra:
¿La conoce, Ña?
Dany: Obvi
La Itzel y yo aprovechamos para bromear.
Foto que una agradecida carnalita nos acaba de tomar
Es la Itz Barnix
Itzel Jajajajaj! Yeha!!
Yo: ¿La chocamos como usted le hace?
Itzel: Jajajajaja ta güeno! ¿Tons qué? Chichocamos nalga?
Yo: Nomás con cuidadito, me vaya a botar casa la chinagada jjjjjjjj
Igual que la gran mayoría de nuestra docena de cuadras, no volteamos a mirar el deprimente circo de la plaza mayor, donde el antiguo rito lo cumple el monigote del que se sirve el criminal proyecto en el poder desde diciembre de 2012.
Hasta ese día disculpe a quien vendía su voto. No más y en la foto de hace unas horas está la razón que mi hijo mayor comenta: 
El del segundo plano sí está bien jodido, pero los demás podrían ser nuestros vecinos
Entonces alguien sube esto:
¿Argelia en los 1950s?, pregunto para los demás, y para mí: ¿En verdad están cagados de miedo? Sí, de sí mismos, de lo que están preparados a hacer a la menor provocación.
Justo diez días después el país da el brutal salto en la nada que puede conducirlo a la nueva utopía.
-0- 
Entre un dolor y una esperanza que no conocía, en noviembre el azar me lleva por primera vez a Cuba y encuentro la más espléndida experiencia imaginable en promoción de cultura popular. El alimento a los sueños es tal que rindo a ¿La me perdonas?, según le llamaré pronto: la mujer de otro país por quien suspiro desde un año atrás. Lo hago como un viejo en procura del imposible, se diría, y para un amor platónico que repentinamente anuncia pasar a algo más: el día siete, fin del encuentro. Los organizadores nos premian con música de uno de mil geniales grupos cubanos.
Cuando la canción termina ella suelta la frase con que se rebautiza: ¿Me perdonas?
¿Prometes?, respondo, y mirándonos fijo no sabemos dónde nos llevará el día.
Entonces alguien se acerca con la noticia, falsa, sabremos luego: encontraron los restos calcinados de los 43. 
No hay rincón que alivie y la hermosísima me encuentra en uno de ellos.
-Anda, vamos a bailar y juntos la pena…
No escucho el final y por la mañana del seductor queda sólo el recuerdo. 
La revolución y el amor son un mismo, indisoluble acto, rezan muchas justas frases, que por momentos no bastan.
Julio César Mondragón Fontes, el estudiante de Ayotzinapa cuyo cuerpo, desollado en vida, se arrojó en una calle de Iguala tras la desaparición de los 43. 
El Grito hoy es para ti. Te juramos no perdonar.
 
Quién
Para entonces yo llevaba años en los cíber ambientes, y el mariposeo que anima fue perfecto para mi soledad. Revelarse y esconderse, de eso trataba el juego, allí y donde quiera, ¿no?
Robándole la vestidura al gran músico-poeta de todos los tiempos, bauticé como Autopista 61 a una red social. Subía y bajaba por allí horas enteras, construyendo un personaje. En una viñeta de los nueve blogs o cuadernos hoy a mi disposición, no sé cuánto di en el clavo y cuánto me justificaba: Uno se construye varias veces frente al espejo propio y ajeno, hasta que resulta irreconocible. Justo entonces empieza a ser cierto.


Pasión
Misticismo y pasión carnal, impulsos de vida y muerte... Si no viviera entre el horror me apenaría que leyeran cosas como esta:
Era con quien al fin cumplir el sueño y no sólo por su asombroso instinto sexual. El tiempo se emborrachaba en ella, trastabillando hacia adelante y atrás o sin moverse un milímetro, entonces infinito.
Como una cámara enfocaba, crecía y disminuía a capricho los trazos de la realidad, y vórtice absorbía el alrededor o lo contagiaba. No era raro que produjera temor o un irresistible apetito, y así oferta de eterno viaje en la pasión corrí tras ella apenas se me insinuó.
Los cercanos no entendieron mi maniática nostalgia luego de dejarla marchar y por pudor oculté los desbordes de la imaginación, consciente de cuán lejos habría ido de tenerla todavía.
Era ya por entero imposible cuando encontré el camino que pudo conducirnos a la plenitud durante el breve momento antes de que nos llevara el diablo. A seis mil kilómetros le envié el correo cuya respuesta me hizo temblar de calor y de frío:
"Sí, jugabas a poseernos hasta las últimas consecuencias hurgando en las sombras de la intimidad, las mías hechas de cumplidos rincones de deseo y las tuyas de fantasías. Y sí, ¿por qué la ira cuando a tu lado escapaba imaginariamente hacia otro, confesándolo? No te equivocas, de haber acompañado mi vuelo..."
Escribía sin emoción y me sentí como el único episodio que borró del pasado. No importa, si fui quien abrió las puertas para la verdadera apuesta, a la manera de éste y el resto de los días, a solas y no pues con el olor le robé el secreto, aquí anda, con sus fugas entre nuestros cuerpo a cuerpo, más mía.

 
Que no eran dos sino tres
Cuando nacieron empecé para ustedes, nietos, lo que en este caso se nombra a lo exacto: un diario. Los veía casi sin falta las tardes de lunes a sábado, algunas noches quedaba a dormir con ellos, y escribía y escribía en el cuaderno.
De todo contaba al futuro de los piojos: lo que hacían, la colección de orates que con nosotros heredaron, hasta los dos años y medio en que las visitas debieron espaciarse.
Ahora lo hago de tarde en tarde, aunque de cierta manera mirado y sólo de cierta, que los viajes con ellos por el cielo de los ciegos y los remedos de gatos fueron de plano estelares, más juntos estamos.
Desde luego no voy a reproducir aquí mis plumazos, pero en algún momento no resistiré la tentación de en algo confesarlos.
Nietos, dije, y no. Sus jefes no saben, pero no les salieron gemelos sino triates -bueno, a su pa no debería extrañarle: ya a ratos había cumplido el papel conmigo.
En el espacio ese de socialización virtual que suelo citar, una noche escribí: Todo iba bien hasta que a lo repentino fui a dar de bruces a la banqueta. Uno de los dos individuos había dicho Eres mi mejor amigo.
Par de infames zotacos.
-Date de topes contra los postes, por fa, abuelo, es muy chistoso.
Finísimas personas ellos.
-0-
Pasan los años, una tarde los encuentro y no cambiamos. 
-Un pretexto, por favor -sería nuestro ruego rumbo a los helados que ordenó la familia. Como para conspirar disponemos de sobrados recursos, basta meternos uno de nata a escondidas y en dos minutos flat. El resto es delirio puro. 
-Hay que preguntar sino escucharon el choquezote. 
-Sí, de una pipa de gas.
-Mejor una carambola en la avenida. 
-¿Y si no regresamos?



Inesperada
A los sesenta y ocho años mi vida transcurre entre el trabajo por la esperanza y lo que ya no sabemos cuánto de fantasía y realidad tiene: P o Tic o Inesperada.
Recuerdo nuestros primeros días:
"Ahí hay algo más que cariño entre una jovencita y su tío postizo", escribe una mujer en el barrio virtual, bajo la rigurosa foto diaria que coloco de P. 
"Pues si usted dice", respondo luego de infinidad de insinuaciones parecidas. La por lo común silenciosa coimplicada pierde la paciencia:
"Sí, somos amantes y pronto padres de una criatura, aunque no se note."
A los tres metros de distancia entre nuestras computadoras volteó:
-¿Te enojaste, Tic?
-No, Cuac -responde esta vez imitando al pato en el cual me convirtió por incomprensibles motivos, y casi de un salto cae sobre mí a picotazos (chale, Inespe, qué espectáculos, jjj).
-0-
Pasa el tiempo y escribo:
Un par de minutos entre un año hay ahí, P y nunca más otra sigla, hasta el día en que me dé permiso y ponga al fin las cinco letras, las canciones y todo lo demás nuestro, nuestro, conforme insististe en el único videochat con sentido, dije temiendo maltratar la memoria, necesaria en ese instante y no en este cuando ya no sé si borro el pasado pues el día a día que inauguras es el de la ella con quien jugué al amor como nunca antes ni después, de tan completas las maneras; el de la ella entonces, sigo, mejorada -y he de medir muy mucho las palabras, mujer ahora, porque si renuncié en diciembre de 2008 fue gracias y nada más que gracias, justo, a lo único cercano a cuanto significan los hijos, los nietos y el hermano pequeño, y no se te escapa un gramo de lo que hablo, no a ti, la entendedora de todo en mí, modelo exclusivo tú sí... la rima, ¡mira!, qué importa lo mala, de regreso en homenaje a la bien querida, con la cual sobran los rubores, los excesos que se temen, absurdos entre un par de excesos, desborde tras desborde, hasta el infinito, suene como suene la retahíla estilo poeta siglo XIX de la más baja categoría.
¿Vamos a dormir?, debo preguntar porque no miente y no quieres que lo haga el registro de este coso, insomne pareja a quien en tres horas demandará la jornada del niño en la foto, sobre la arena los dos. 


Volver a los diecisiete 
No hay día sin que escuche a Bob Dylan de ida y vuelta por la Autopista 61, deteniéndose para hacer el amor a una granjera y salir de inmediato por la ventana; experimentando la tercera guerra mundial en calles donde se diría no pasa nada, o desviándose hacia un valle en cuyo fondo se guarda la más misteriosa mujer, ante quien rendirse sin esperanza.
Mientras él anda sin parar, yo invariablemente a la primera obligada pregunta de los que llaman por teléfono, respondo:
-¿Qué hago? Ya sabes: duro on the road de la recámara a la sala.
Detrás de la broma el viaje para encontrar la batalla de todos y todas por la vida cotidiana clavando tumbas en cada uno y una -legítima preocupación por el género.
Eso era hasta hace una semana, cuando me ofrecieron volver a los diecisiete.
Entonces un jueves por la tarde estoy en Villa López, Chihuahua -cinco mil habitantes-, en un patio que un pino-estatua y un álamo sombrean, columpiado por las voces de tórtolas, zanates que aquí de los graznidos pasan al gorjeo y los para mí casi míticos cenzontles. Don Ramón bebe un vaso de agua para aliviar la ronquera de hora y media sin parar hablando a mi grabadora, con sus casi perfectos noventa y cuatro años que giran en torno a un ejido –dotación de tierra colectiva.
La tarde en mientes está cerca de coronar lo que empezó en Gómez, como llaman los lugareños a una de las ciudades que forman La Laguna -el altiplano seco e interminable del norte mexicano, el cielo en una de las versiones azul pálido y nubes rasgadas-.
No más de un auto por minuto en ambas direcciones por la avenida principal, frente al auditorio donde mujeres de las colonias, trabajadores y trabajadoras de una docena de sindicatos, preparan un primero de mayo especial.
Entre una y otra estación del viaje, en el autobús sin horario fijo Benedicto pide al chofer dejarnos en la tercera y no en la segunda gasolinera de Ciudad Jiménez sobre la carretera, como debiera, pues ahí esperan Martín y su Chevrolet 1981, cuya facha queda perfectamente definida por el preció: cinco mil pesos.
Luego frente a un caldo de camarón en el Cangrejito Playero, tengo el honor, y no exagero ni un poco, de compartir con Juan facha Gepeto, el exlectricista y agitador de Chihuahua capital, y las casi cuatro décadas de fiereza del lagunero Domingo, más conocido en el rancho que el presidente municipal.
En otra parada, en el diario que les destino escribo al futuro de los nietos:
“Quisiera no estar tan cansado y no echar la siesta, que es justo el tiempo, ya que a occidente el reloj se me adelantó una hora… Quisiera, los nogales de la calzada… "
Volver a los diecisiete... Al final de San Ecatepec de los Obreros digo que hace treinta años y cinco años tuve que marcharme de las calles de ese municipio industrial y de habitación obrera, y que no me había de recuperado de ello hasta hoy.
Hoy es ayer y no ahora... confío.
-0-
¿Fue antes o después qué escribí lo siguiente?
La gente va y viene mirando cada cinco minutos el reloj, se exalta, da giros en el aire, busca. Palpita, en resumen, mientras mis viajes al día se reducen a dos morosos entre la recámara y la sala, pendientes del eco de los vecinos, de la síncopa en las gotas de lluvia y el caprichoso ciclo de la luna. Cosas de viejo privilegiado, que cada mañana escoge donde guardarse mejor.

El Níger, mi abuelo y la Cosecha especial
-¿Estás loco? ¿Qué coño vamos a hacer allí?  
-¿Pensaste alguna vez en venir a México, abuelo?
-No.
-¿Y no es genial el país?
-Pa enredarme se necesita uno mil veces más listo que tú, crío.
-Jejeje.
-¿De qué te ríes?
-De tu insistencia en llamarme crío cuando tengo casi siete años más que tú.
-Sí, pero para mí siempre serás eso. Para mí y para cualquiera, que parece que sigues jugando en el arenero.
-¿Me pasas las camisas que están sobre la cama?
-Si piensas que ya me diste la vuelta, estás más loco que una cabra. Y mira el desastre este. ¿Así se dobla la ropa? Cago en Dios. Y para de reírte o te meto un carrujo de dinamita ya sabes dónde. ¿Y si te digo que no voy?
-No bromees.
-Qué río Níger ni qué ocho cuartos.
-Pues te quedarás como los patitos.
-Déjame de patitos. ¿Cuáles patitos?
-Los de la canción: comiendo mosquitos.
-Vete a tomar por culo, queridísimo nieto.
-¡Abuelo!, jejeje.
-¡Vecino, llegó el taxi!
-Ya está la maleta.
-Ni sueñes que me has liado. ¡No voy!
-Pues no te creo.
-¿Ah, no?
-No me dejas ni aunque vuelvan a convocar a la revolución.
-Exagerao.
-Piénsalo dos veces: un río de misterios, el origen de la humanidad...
-Y calor y mosquitos y no ver más a los pequeñajos. Con la medida que les tengo tomada para driblarlos...
-Por favor, si tiro por viaje con los túneles que te hacen quedas peor parado que la estatua de Carlos V cuando le quitaron el caballo.
-¿Yo? Te estás buscando unas hostias...
-¡Vecino, que sale o el taxista lo mata a navajazos!
-Vamos.
-Cago en Dios tres veces.
-Anda, que en llegando te compro un pandero muy guapo.
-Panderos a mí... Trae aquí eso, que no sabes cargar. Ya me veo haciendo de todo en ese lugar, con lo torpe que eres.
-¿Remar sabes?
-Cago cinco tantos ahora. Cuatro mil kilómetros de ida y vuelta no sé cuántas veces. ¿Preguntaste si de veras es el río todo?
-Minucias.
-A este, mátulo.
-0-
Este jocoso abuelo mío es muy distinto al de otras viñetas y en nada se parece al que busco en su libro. En cuanto al Río Níger:
El producto vuela siempre que uso la etiqueta Hombre Bueno. No importa si lleva años en exposición, si de él comieron los ratones, enmoheció, perdió el aroma, se agrió. Sobra dónde lo coloque, en la vitrina o el último estante. Viene incluso mejor que esté en un rincón, asomando apenas, y el cliente crea que lo topa al azar, o más aún, que lo descubre, pieza única, enjoyada sólo a sus ojos.
De modo de no gastar el truco, suelo hacerlo una de cada tres Navidades. Lleno la caja y holgo el resto del año. De nada más que uno, claro. Los otros dos, ni modo, paso hambres.
Esta vez me di a los derroches y a principios de agosto ya empieza la sequía. Para aguantar de aquí a diciembre del año que viene junto periódico, hago colección de colillas, busco un zaguán a propósito y practico la más rentable forma de estirar la mano.
No, señora conmiseración, deje de pasearse por aquí. No ve que disfruto también dormir a cielo abierto y tener pretexto pa platicar con los que sueltan la moneda y con los que se la guardan, da lo mismo. Y total, sigo holgando, ¿no?
De pilón los nietos se divierten como locos en las pijamadas con la Jornada y El Universal de manta, descubriendo los secretos de la noche gorda.
En la última temporada como ésta fue que E se enamoró pa siempre de la luna y S aprendió a tocar la armónica.
No, qué hueva si siempre pudiera ir al súper, dormir en cama, rasurmarme y peluquearme, enverdecer por falta de aire y sol. 
-0-
El Níger se encontraba donde debe y en otro lado, según una tercera viñeta: 
Al pie del Río hacemos de fantasmas para quienes entran y salen por la doble puerta cantinera al lado y estiran la moneda a la mano que asoma desde una cama de papeles. No hay mendicidad: cobramos la paz transmitida a los demás por nuestro seminvisible espectáculo.
-0-
Después descubrimos que se trataba del río Magdalena, cuyo curso corre entubado por nuestra ciudad. Payasadas de este abuelo, Ohsis, y no tanto. 
La marcha al Níger inició tras perderlos a ustedes y a P. Al Magdalena lo conocí después, en tiempos de la Mal nombrada

Mal nombrada
Empiezo con su al botepronto en un chat:
"quiero aprovechar el sonido de la noche para jugar a conocer el ladrido de cada perro
y decirles que acá está su camarada, igual perro callejero
con un chingo de ganas de aullar a la luna y tragarse al gallito puntual mascota de la vecina exótica
pero que no puede porque sigue siendo mujer..."(1) 
L Itaj se pone en la red social. Dicho el nombre me cuidaré de lo que suelte sobre ella, mi Tera, por Terapeuta, y ninguna otra cosa más, así la llame Señorita Merezco, Curado, Brown Sugar, etc.
Empezamos ella con un ¡Igualado! y yo un ¡Perfumada!, onda Elsa Cárdenas-Pedro Infante en Cuidado con el amor, que no tuvimos, ni el cuidado ni el amor.
¿Que me la comería si dejara? La noche de leer juntos en un genial antro, le dije que era la primera mujer en mi vida con quien me sentía en desventaja. No se trataba de la edad, pues otras jóvenes me acostumbraron al descaro. De conciencia de la imposibilidad iba el asunto (pasaron los siglos y le ofrecí mi casa, pues su pueblo aquí nomás tras lomita es de los que no dejan mujer sin perseguir, hasta la violación y la muerte con harta frecuencia; cuando dijo Sí, como sin querer soltó un Ya sabe usted que a mí sólo me gustan los hombres altos y fuertes, jjj).
A cambio nos igualó la risa y el respeto por las mutuas vidas.
Se fue de viaje y puntual avisó, sabiendo cuánto el equilibrio de mi cabeza necesita su presencia virtual, así nos veamos las caras a ratos.
Está enamorada, creo, pues no hablamos del tema, y yo sigo entre el recuerdo de la Inesperada, los suspensos con la Imprecisable y cualquier fantasía a modo, hasta las que la involucran, sepan perdonarme, ustedes y ella.
De película, entonces, la cámara, el director, el crew, la mamá de ella, que la talonea (jjj), y mis nietos, venidos (párele, Tera, eh, que tienen nueve años, jjj) a apergollarse coristas de Chiquiladas, ni cómo la concentrancia, y luego el ¡Corte!, ya la chiflamos, jjj.
-0-
Al día siguiente, dice uno cuando al escribir lo de aquí arriba llevaba cuatro horas en él, chinguiñoso todavía me encuentro con un nuevo "desatino" de la mentada (jjj), que esta vez musicalizo como ella espero quisiera (deje pasar los primeros compases: no encajan ((uuummm, jjj)) hasta el sax).
Retiro la música y el estupendo poema (¿es el término correcto, compañera?, pues ya sabe que mi ignorancia genérica -entiéndase eso como se quiera, jjj- confunde el Te Pu -siempre le hablo de usted, eh, así que no me propaso en este momento- Erh con el atole -uuummm, jjj). No le pedí permiso para copiarlo -ni para leerlo en público con su nombre y apellido al calce -de aquí a Saturno, jjj-, se lo pedí a la Gaby -pero no quiso dármelo, jjj- y no extralimitarse rezan las viñeteras reglas; ¿qué hago con la música? 
Como sea, después de conocer lo antedicho innombrable no sé si me atreveré a saludarla al rato, mañana, durante el juicio final. Tenía y no razón: me siento en desventaja con ella, así alardee con mis juegos de palabras:
La Tera, ¿de casualidad tendrá acceso a una grabadora digital, porque no encuentro la mía (pa masturbarme la hallo rapidito, pero en tratándose de trabajo jjj) 
Mucha leidi, sí, mucha, para cualquiera, creo desde la primera vez de verla y pensar A esa no la dobla nadie, menos un hombre.  
La noche en que leímos juntos para otrxs, el antro no se le acabó hasta el amanecer, amansando bureles cuyo trapo no rojo sino negro y arriba de las rodillas atraía las embestidas. Cuando las cervezas en el refrigerador desaparecieron por su largo acto de magia, se echó a dormir sepa dónde, pues mendo -yo, para los nacos, jjj- para entonces con mi pijama de patitos retozaba en la cama. 
Ni idea sobre el momento en que la perderé de vista, quizás el domingo siguiente al miércoles en el cual estamos. Cuanta mujer encuentre por el camino de aquí hasta darlas (aprovéchese si quiere, Mal nombrada, que me puse profundo y los albures no me andan) la descubrirá, porque nunca nada se da en maceta, de unidad en unidad, y alguna milpa la produjo, seguro y en consecuencia vaya a calcular yo cuántas Aguamieles que rajan la garganta circulan por ahí.
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Las 8:46 pm y no se reporta. Que el paciente se le pira, acuérdese, guarra, porque no me va a decir que estuvo cortando margaritas... ¿o duerme, mi Tera, para que la noche rinda según debe y no haya más ese sol por el cual en odio vomita? Sólo acuérdese de que a los gallos les late donde la ouija.
Por cierto, pídame permiso en delante: el dueño de la comba grande que tanto gusta a las brujas y a vuescencia, hermanas todas, pues no en balde lleva de emblema este son; que la noche al abandono, entonces, es de mi propiedad cuarenta y dos años antes de la caída de usted a este valle de kikirikis.
Su rabia y su coraje los topé en 1972 caminando por la calle, y en los años luego se convirtieron a mis ojos en rigurosas apariciones a la madrugada, una pulcata y un congal tras otro escupiendo los restos de hombres que venían por dulce y terminaban en el fondo de la taza sin revolver, pues ácidos los querían para que supieran, si me entiende usted. 
Se tiraron a la basura, la rabia y el coraje aquéllos. Los de usted díganme dónde firmo que no se los lleva el viento ni hoy ni cuando siga enrebozada para convertirse en la mujer con el bastón de los años que tanto quiere y así reencarna. 
-0-
Es otro día y la dama (¡sí, cómo no!, y eso no lleva jjj porque a usted le suena a piropo) se fue a la siesta (muy activa ella, jjj, ya la aristocontagié). Por una vez la dejo sola en el dicho placer (¿cuál culpa mía si todo suena a guarrez?), aguardando por la Imprecisable, que al fin vendrá a esta casa sin compañía.
-0-
Las jóvenes de mi inusitada vejez temprana son sólo a mitas como la Tera y todas representan un mismo fenómeno: su violento irrumpir en el mundo, asumiéndolo, enmascarándolo o hasta traicionándolo a ratos. 

La última gira, que será la primera

Con una sencilla representación escenográfica, cuatro o cinco leen textos o fragmentos.
Empezamos en el parque de San Álvaro, en Azcapozalco, invitados por la organización vecinal, y toca ahora un espacio cerrado de la colonia Guerrero, también gracias a las vecinas y vecinos con larga historia de lucha. 
Luego agarraremos hacia Iztapalapa, a un centro cultural alternativo. Sigue un sindicato autónomo todavía por decidir, y después donde vaya cayendo. 
Somos los que ven y muchos más, empezando por ustedes mismos. Aquí no hay arriba y abajo, quienes sólo hablan y quienes sólo escuchan. Juntos todas y todos, en ese orden no por deferencia a las mujeres sino porque hoy su lugar está al frente, siempre al frente, cuando de luchar se trata.
Venimos de los cuatro rumbos de la ciudad, de la ciudad y no del Distrito Federal, falsa separación que sirve a los que eternamente se aprovechan. Representamos a varias edades y sectores populares, y nos faltan no pocos o apenitas tenemos algo de ellos, como las niñas y los niños, antes que nadie.
La última gira, decimos, y en realidad es la primera, la que acompaña el comienzo de una nueva utopía, nos da por creer, juntos, ustedes y nosotras y nosotros.
Que siga la función, pues.
 
La Niña y el Viejo
El Viejo dice que jamás fabula, y miente. Lo hace aquí, por ejemplo. Encontró a una niña lejos y mal imaginó su vida. Pide perdón por ello. De la fabulación de sí mismo no puede disculparse, pues carece de control sobre su sueño, que mal interpreta en esta nota y no al abrir los ojos por la mañana.  
La siguiente historia es idílica en buena parte pues como tal en buena parte se vivió. Había justicia en ello. Las gruesas rugosidades no aparecen a pesar de que merecían contarse tanto o más que el resto. 
Ésa cara está a la altura de una gran novela y una gran película cuyos títulos me guardo. El mínimo respeto al otro obliga.
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Hubo un Viejo enamorado de una Niña. En tres años escribió viñetas para los dos, buscando la personalidad de ella más allá de él. A lo largo lograba esbozarla y como los trazos no pueden reproducirse, a saltos se da cuenta aquí de lo demás, con la confianza de que algún día el hombre consiga retratar a la joven con fidelidad.
I
Sin importar las razones, la Niña vendría sólo al modo de las golondrinas y aun así la historia presumida fue cierta.   
Algo no había advertido el hombre, sin embargo. En ella habitaba una dulce soledad profunda. La idea entonces de que partiría rumbo al ruido era absurda, al menos en parte pues la joven vivía obsesionada con él.
II
De discursos hecho, el Viejo atinó a veces. Es cierto, por ejemplo, cómo se produjo el encuentro:
Las siete eran, creo, cuando puse la mirada en ella.
-¿Adónde vas, Niña?
Fueron los ojos quienes contestaron:
-No sé, no importa, sólo el viaje interesa.
En la respuesta había una declaración y una pregunta:
-Llevo la vida entera esperando por una mano que se atreva, ¿será la suya?
En silencio volteamos juntos hacia el camino sobre la loma. Diez minutos después nos deteníamos un segundo en lo alto, con una sonrisa.
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Ciertos a la vez, instantes que dejaban sensaciones como esta:
Y la vida no era más que una cáscara de limón recién cortada. Apenas eso tanto, la fragancia.
No faltaron escenas que recreaban bien las impresiones de él:
Preguntó si la quería y tuve que confesarle: No tengo más oficio que ese. Fue justo ahí cuando me llevó a vivir para siempre bajo la sábana.
O:
Duerme enroscada con una gatica blanca, y el Viejo no tiene que decir nada, ni siquiera a quienes amó antes, menos a ella. Luego de dos años la Niña es una querencia antigua, pequeña e imperfecta como él y por eso y por cuánto juntos viajan en los entresijos de un tallo, de una gotera, del murmullo del refrigerador, de la llama de una vela, imprescindibles ya uno para el otro.
Te llevo de paseo en una pestaña, ofrece la joven y el hombre sabe no alardea. En una de esas que tienes a miles, pareciera, le dice mirándola con los ojos cerrados sobre la cama, de los dos, ojos y cama, cuando la gatica estira la pata, ronronea y para acompañarlos no hay concierto mejor en la tierra.
II
En lo que menos falló el hombre fue en la admiración. ¿Qué lo hacía temblar de arriba abajo del miedo, antiguo, terco compañero y de esa forma por completo un extraño?
No conocía un personaje cuyo misterio se acercara al de la Niña. Le recordaba al de una pequeña, extraordinaria novela:
"Monelle me encontró en la llanura, por donde yo andaba errante, y me tomó de la mano:
"-No te sorprendas -me dijo- soy yo y no soy yo. Me volverás a encontrar y me perderás.
"Una vez más volveré entre vosotros; pues pocos hombres me han visto y ninguno me ha comprendido.
"Y me olvidarás y me reconocerás y me volverás a olvidar."  
 
Agosto 2022
El setentón llega a casa sabiendo que le cortaron la luz. Ha estado así otras veces por omiso y no se preocupa, incluso hoy, cuando pagar su adeudo seguramente consumirá la quincena antes de tiempo y debe meterse en pequeños líos buscando un electricista que determine si alguien roba su corriente y, si todo está como debiera, pedir a la compañía una revisión del medidor.

Con ésta, ayer y anteayer intentó pagar y no pudo. Primero fueron los cajeros automáticos de dos sucursales sin servicio, mientras iba y venía, pues una reunión lo ocupaba. Luego fue el propio adeudo, que mostró sumas ocultas, impagables de momento, mientras robaba tiempo a su nueva, fugaz responsabilidad en un evento más o menos desastroso gracias a áreas administrativas en pelea entre sí y desafortunados participantes. 

Entretanto escuchaba historias muy poco edificativas: falsos correos electrónicos que acusaban de robo a una joven y pudieron escribir vaya a saberse cuántos hombres y mujeres sin motivo preciso, etcétera.

Nada le sorprendía: eran el pan nuestro de un país donde antes reinaba la dictadura perfecta y ahora hay a pasto asesinatos dolosos, violaciones, pederastas, tratantes de personas, torturas, siempre líder en corrupción.

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Vuelve la luz. ¿Ya todo bien? ¿Y la miseria humana? 

El mundo abunda en seres buenos, algunos, ejemplares, que pasan desapercibidos. Si tuviera ganas les contaría de una mujer vieja, pequeñita y con bastón, dirigiéndonos ayer a velocidad inimaginable por los intríngulis del paradero Indios Verdes como si fuera nuestra madre. O de otra parecida a ella en versión esquelética amonestándome cariñosamente por el tabaco que consumo, al extender hoy una cajetilla en su minúscula tienda. 

¿Ya no me basta con respirar, como aseguré apenas días atrás? No sé, digo tras una simplona gresca con la burocracia paleolítica a quien luego regañarían sus superiores.

Es por el acumulado de décadas.

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En realidad sigo sin servicio y no responsabilizo por ello, o no del todo, a la empresa nacionalizada.

Los vecinos culpables completaron su obra dejándome sin agua cuando me bañaba, jeje, porque hacían arreglos y les tuvo sin cuidado quien por cinco años les prestó un cuarto a cambio de nada.

-Aplica el que Qué linda es la vecindad, del Chavo del Ocho -dice mi cría mayor. 

-En Polanco no roban luz sino departamentos -contesto recordando la razón de porqué llegué a estos, por lo demás, bonitos, quietos lares, que me ubicaron en el mejor lugar posible, a un paso del centro urbano.

"¿Y qué me dices de la Condecci" -continúo recordando dónde vivía antes y él después?- Ah, aquélla solterona condómina que nos tranzaba al cobrar el gas, etc.

"O de la colonia elegante en provincia, donde los hijos de un famoso arquitecto roban grandes cachos de terreno a la descendencia de una antigua, gran amiga de su padre -usease, a ti y a tu hermano." 

Regreso así a Dostoievsky. Hay allí unas frases de ese gran escritor: “El que se miente a sí mismo y escucha sus propias mentiras llega a no distinguir ninguna verdad ni en su fuero interno ni a su alrededor, deja de respetarse a sí mismo y de respetar a los otros”. ¿Las sigo? Sí y no, aunque los sueños y el día a día me ayuden (BUSCAR NOTAS DE SUEÑOS). 

Al fin tengo luz otra vez y mis vecinos aparecen ante nuestro privada como quienes son: aprovechados consuetudinarios que usufructúan cosas ajenas menores. Trabajan mucho, me consta, y aunque libran la pobreza sin problemas, no pueden salir de donde el destino los envió. Sus dos hijos, hembra y varón jóvenes, se empleaban por pocos pesos y la pandemia los envió al ejército laboral de reserva y ella está casada con un muchacho que creyó aspirar a algo mejor y siguió el mismo curso hasta terminar refugiándose aquí arrastrando a la pequeña criatura cuyo ensortijado cabello claro anunciaba promisorios tiempos por venir. 

Pusieron una tienda que intenta imponerse a las muy modestas cercanas y seguramente fracasará, como el negocio anterior, cuyos efectos terminaron en mi cuarto de azotea.

Así el padre tantea la posibilidad de volver a Canadá, como cada poco en treinta años, donde el frío le cala a tal grado que no lo libra ni con pródigas dosis de alcohol consumidas allí y al regreso, gastando su corpachón. 

Yo, con mesa servida, según recuerdo en las palabras a Ana, tengo con dejarme llevar sobre el alambre que escogí y así ahora, no importa cuánto apueste por un buen final, de nuevo recibo aplausos y ofertas. 

Eufórico, anoche en mis pequeñas redes compartí enlaces a los wikipedias de papá, mamá, el abuelo, y presumí también a afortunadas crías y nietos. 

A tal extremo llego. Puf.
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Cónstese muy constadamente que jamás hago alusiones personales ni traigo aquí conductas ajenas para denunciarlas, excepto en el caso anterior. Pero dada la vitrina del evento al cual me referí, vienen a cuento tales y cuales. 
Si las y los poetas alternativos a veces son buenos, como la Mal nombrada, suelen formar clubs de elogios mutuos, que dan vómito. Con todo, se toleran. También pasan y por momentos muy bien quienes parecían condenados al silencio y escriben.
Lo insoportable es escuchar a aficionados que el accidente les abre paso entre el de por sí magro panorama literario mexicano. Engolados explican su obra, aprovechando para citar, pongamos, a filósofos griegos cuanto más desconocidos mejor. 
-Me gusta mucho revisar mis estructuras -dice uno que se cree llegado al Olimpo nacional. 
-¿Cuáles? -pienso recordando al propio Dostoievski, que elaboraba con sumo cuidado las suyas.
¿Eso es también miseria humana? Sí, en cuanto pertenecen al reino aspiracional y en consecuencia juegan al engaño. 
Paro pues estoy a nada de entrar al delicadísimo tema.   
 
Compadre
Jamás salgo a la calle sin vestirme una gran canción, dice de vez en vez el payaso yo y sin falta sigo la regla.
En el árbol frente al zaguán espera mi compadre gorrión.
Está enojado como siempre porque no lo escucho cuando con los suyos adelanta el amanecer, él a picotazos en mi ventana. 
¿Cómo pretende entonces que a palabras le descubra la noche? 
¿Le contaré que a veinte cuadras de aquí hace un rato la Mal nombrada escribió?
Por su publicación chismosa que nadie tomó en cuenta en el espacio feisbukero del Y decían, ni crea que no veo lo qur hace, igualado...!
Jjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjj
Y que luego nos dimos (uuummm, jjj) a lo de costumbre:
-¿Yo? Cómo cree, Tera, seguro fue el Kikito Veneno que me jaqueo la cuenta. Usted, en un altar (vestida de virgenciata, pa que desde abajo le vea lo interesante jjjjjjjjjjj
-Pin insidioso, provocador, reaccionario pequebu (jjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjj)... por esos daños a la moral me debe la Victoria (con sus libros, con la gira... y en un cartón jjjj)
-¿Cartón? Chale, la inflacionaria (la Victoria, así, por todo lo alto, desde lueguísimo que se la debo: será de mi ese jjjjjjjjjjjjjj
-Oshh...
-Uy, la Condesa de Nautitlán
-Uy, el príncipe de nicotitlán
-Jjjjjjjjjjjjjjjjjj (se la sacó tanto que hasta le respeto el uuuuuuuuuuummmmm jjjjjjjjjjjjjjjj
-Así como ese puerkito estoy en el centro de explotación, por eso me asomé a molestarlo 
-Me imagino. Deje le llevo de volón su cartón

-Parfavaaaar!! jjjjjjjjjjjjj
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Cómodo Níger, entonces, si incluye una red social.


Que no eran dos sino tres
Cuando nacieron empecé para ustedes, nietos, lo que en este caso se nombra a lo exacto: un diario. Los veía casi sin falta las tardes de lunes a sábado, algunas noches quedaba a dormir con ellos, y escribía y escribía en el cuaderno.
De todo contaba al futuro de los piojos: lo que hacían, la colección de orates que con nosotros heredaron, hasta los dos años y medio en que las visitas debieron espaciarse.
Ahora lo hago de tarde en tarde, aunque de cierta manera mirado y sólo de cierta, que los viajes con ellos por el cielo de los ciegos y los remedos de gatos fueron de plano estelares, más juntos estamos.
Desde luego no voy a reproducir aquí mis plumazos, pero en algún momento no resistiré la tentación de en algo confesarlos.
Nietos, dije, y no. Sus jefes no saben, pero no les salieron gemelos sino triates -bueno, a su pa no debería extrañarle: ya a ratos había cumplido el papel conmigo.
En el espacio ese de socialización virtual que suelo citar, una noche escribí: Todo iba bien hasta que a lo repentino fui a dar de bruces a la banqueta. Uno de los dos individuos había dicho Eres mi mejor amigo.
Par de infames zotacos.
-Date de topes contra los postes, por fa, abuelo, es muy chistoso.
Finísimas personas ellos.
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Pasan los años, una tarde los encuentro y no cambiamos. 
-Un pretexto, por favor -sería nuestro ruego rumbo a los helados que ordenó la familia. Como para conspirar disponemos de sobrados recursos, basta meternos uno de nata a escondidas y en dos minutos flat. El resto es delirio puro. 
-Hay que preguntar sino escucharon el choquezote. 
-Sí, de una pipa de gas.
-Mejor una carambola en la avenida. 
-¿Y si no regresamos?
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En el diario a la Tic, recordando nuestros días juntos le digo: tan a la deriva ambos, después y antes de que dejará de ver a los nietos, pues a su veleta iba y el regreso cada noche a casa era una muerte pequeña amenazando con la grande, sino que lo diga el irremediable "ataque de pánico" -menuda imbécil categoría- por el cual y a pretextos pedía al taxista tomar un insensato camino evitando la vía rápida, sin fugas ni respiros, desolación absoluta; tan a la deriva, entonces, tan frágiles y tan breve el tiempo transcurrido, éramos idilio necesario y algo más.
Ahí termina el recuerdo, Ohsis. Como ven este abuelo noche tras noche apenas dejar el paraíso que ustedes representaban vivía doblemente los terrores. ¿Eran sólo míos? Hace poco escribí: 
Selecciono las fotos que me dibujan de una buena manera. En otras aparece un hombre decrépito. El fenómeno no es nuevo y está vez tras horrorizarme pienso: Quizás no sólo son imágenes de mí y también la realidad se retrata.
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En origen la marcha al río más largo del mundo no fue una imagen que jugaba con una cantina cercana a mi casa, llamada así. X fundación buscaba inútilmente quién pasará tres años en las poblaciones ribereñas de allí, para recontratarse luego si quería.
Levanté la mano y no tuve que pensarlo dos veces pues al poco olvidaron el proyecto, realmente demencial si consideramos la multitud de etnias y países a quienes atender.
Ya no podía verlos más todos los días a cualquier hora, S y E, y al poco forcé la ida de P temiendo por su futuro. Era una oportunidad para dejarles la herencia del abuelo sesentón aventurándose por el mundo. Qué mejor, conforme a mi provinciano romanticismo y algo más. 
Este cuaderno forma parte de una serie. En el primero busco entre mi vida sin pretensiones autobiográficas y nada hay mas constante allí que los demonios. Pertenecen a muchas clases y puedo reconocerlos a pesar de cuán fácil se me dieron las cosas. Empiezan por el diario asesinato del deseo, inevitable en cuanto fue creado y con dolo en nuestras sociedades. 
La Mal nombrada, mis otras hermanitas y P se rebelan contra su condena como mujeres y yo con ustedes velaba contra la mayor conspiración: demoler al niño, inteligencia y deseo puros.
Sin querer o deliberadamente clavamos tumba tras tumba en los otros y por las noches, Ohsis, pueden observarse los cadáveres que el día deja. 
Si miramos atrás encontraremos infamia tras infamia: guerras por ambición, auténticos genocidios, miseria conculcada, violaciones en masa, multimillonario tráfico de esclavos, destrucción de culturas enteras. Quienes los dirigieron o fueron operadores están en sus descendencias. Humanidades contrahechas por donde quiera que se mire hoy. De ahí los demonios, aún antes de nuestra Casa del horror.        

Ventana
Levanto la cabeza para encontrar el patio a cielo abierto, largo, generoso, las puertas de la docena y media de viviendas en dos plantas, y la luz en la que ese sol nuestro, padre, hermano, macho bravucón, pordiosero, se echa escapando de la alharaquienta tarde de la calle. Parda, recrea el alivio de las madres y los abuelos y abuelas en el breve descanso que les dejan sus criaturas bullendo por dentro, aspaventosas, o en la desesperada persecución del día que no alcanza, que por ley se agota antes de revelarles los secretos de cada tanda.
¿Qué dirías de verme en este lugar, ma, donde un par de años atrás lloré de alegría apenas se marchó la mudanza? ¿Te entristecería encontrarme en un pequeño, oscuro rincón de la ciudad, del país que no entendiste nunca?
El Idiota
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Luego de reconocerme en esa personalidad, encontré una segunda:


El Mero
El negoció comenzó sin saberlo cuando llevaba media hora hablando con un amigo experto en editoriales y él a cuanto proponía: 
-No sale. 
-¿Debemos prendernos fuego? –preguntaron los papeles en las cajoneras.
-Nada de eso -los aquieté de inmediato y por instinto, y en una valandronada haciéndole al anciano cheroquí dinos ánimo. -Llegó el mensaje: vuelve al fin la aventura.
Con un fajo de cuartillas en la mochila hice el camino al Metro. Unas cavernas de la ciudad en dirección a las otras, entrañables todas, bajé en una desconocida estación al azar. Las escaleras conducían a un andén a cielo abierto y la primera mirada fue decepcionante: estaba en uno de los lugares más conocidos de nuestro gigantón, cuando menos para quienes no se pertrechan en los reductos de la gente de bien.
El necesario paradero parecía dividir en dos el universo alrededor, inconcebible sin cada parte: a poniente el lío de puentes a no menos de ochenta kilómetros por hora con su avalancha de metálicos, gritones animales; a oriente la paz aquí sorda, allá plácida, de la colonia en improvisados parches que se montaban sobre antiguos poblados del valle sin desaparecerlos del todo.
Me senté en la rala hierba del camellón entre los pilares temblando por el peso arriba, un lánguido árbol herencia de quién sabe cuándo sirviendo de espaldar, y saqué a relucir a mis escritas comadres:
Entre el rezumo de los mirtos que el rocío se empeña en conservar, de lino y grana las ropas y la carne a las cuales se trasuda, un atormentado joven poeta para que no escape muerde con desesperación la noche de invierno y las astas de la luna, por ello más "cuernos de búfalos" sosteniendo el "cielo huerto", donde los astros florecen con "sus dorsos" de "ágatas y oro".
-Puf -dije suspendiendo la lectura. El poeta de mil atrás y su mundo para qué sirven aquí donde ni su abuela oyó hablar de ellos, ¿o no, señora que en el paradero hace sabios malabares con las bolsas a granel bajando del microbús?
La mujer volteó y se detuvo en espera de que algo de utilidad saliera del discurso que de imaginación a imaginación le recetaba. Fue ahí que vinieron los años viejos y:
-¡Alavado, alavado! -exclamé de rodillas y la mirada al cielo no del Señor sino de otros divinos portentos que moran en lo alto y en muchos lados más- -Revelación, ya la libré.
Para prueba bastaba el botón señora de las bolsas y los que con un giro de la cabeza en redondo descubrí pendientes de mi persona. Un cacho de pan les solté como entretenimiento, del poeta, claro:

¿Cuánto habré de esperar y cuánto tiempo
ha de quemar mi saña como brasa?
¿A quién hablar, a quién dar testimonio...?

Mientras el recién adquirido auditorio tragaba de una imprecisable manera el mendrugo, en silencio hice el el rito en versión resumida para apuros:
-Niño de Piedra, padre mío; deforme hija de Aoibheal, hermana, y Gualupita madre y compañera, de sus prodigiosos dones pasen un tantito y a mano me pongo con ustedes, ¿sí?
¡No!, luego, luego vino la respuesta. Sobre los cerros a un paso con la magia de sus mocasines voló el Niño, el hada de monstruoso tamaño, los ojos sangre, chorreando lodo su manto se alzó de entre la tierra, y del primer al último tronco nacieron tallas de la Morenita.
A metro y medio del suelo mi cuerpo púsose a flotar y del paradero del Metro Constitución de 1917 me volví dueño. Chamacos, cuasi vestales en tránsito, chóferes, el rey y el tepo del barrio hicieron corro, y un cojo de la tercera edad y una taibolera en disfraz de ama de casa con un guiño se ofrecieron de patiños.
La providencia prestó un sombrero cuya presencia en el piso gritaba:
-No se hagan rosca con las monedas, que de algo ha de vivir este chango -y al ruedo ya sin más me tiré.
Ese fue mi empezar, años luz a estas alturas me parece, en la merolica obra de darle paz al alboroto de mis cajoneras y mi alma en vilo. Cruzada en regla fue y es, con abundancia de sobresaltos y harta muleta para amansar bureles de la variedad que monopoliza las afueras de las estaciones y los vagones.
Así mi rosarío de historias se abrió paso: que el 1492 del maléfico y sus prolegómenos, con frutos para mil jornadas; que mi abuelo -con todo y mucho respeto, me paro y quito el sombrero-, mi comadre el Grillo, Nabor, el sabio analfabeta, Magda y su Santa Utopía; que de montañas carmesíes y truchas arqueándose en un delirio de vida, por cielos a los cuales el trasiego de los llanos áridos dan una transparencia infinita, a isletas que surgen por doquiera de las aguas como canastillos flotantes”entre sauces llorones y chopos”, y un etcétera que mejor ni me esmero en recitarles.
Todo entre los Oh, los Chale, los Ya está de vuelta el loco, etc. No todo es coser y cantar en este viaje, que mucho duele, por no decir todo, contra lo ofrecido aquí arriba para atraer la atención. En realidad no sé adónde voy y no es de extrañarse pues sólo vaga idea tengo del camino a mis espaldas.
Andar sí que ando, con los pies sobre la tierra, no importa cuán chuecos,  y con la imaginación a lo lejos, no como escape, que de eso no hay modo, sino por gusto, urgencia a veces.
Escribo una suerte de memorias, de ése tiempo apenas hablo, queda envuelto en una nostalgia para entonces vieja y profunda, y dejo a un lado lo más importante. Me refiero a mis hijos, por cuya infancia cada vez más pregunto.
En las funciones callejeras, en este punto digo que no quiero entristecer ni complicar de golpe el relato y vuelvo al poeta. El éxito es rotundo, sobre todo entre el público femenino, quien sin darse cuenta inicia así el camino a mi beatificación. Sabiéndolo, acuso la joroba natural, enjuago los ojos y la facha quijotesca se completa y en justicia, pues molinos de viento son los de la marginación propia y ajena que bato.
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A su modo el Mero también es exilio, como ven, S y E.

Inesperada
Nos resta una vida, no importa su duración. Lo digo con el orgullo de conquistarlo, entre nosotros y afuera, afuera, Tic. Menudo logro, tuyo sobre todo.
Conocí la primera frase que valora el camino luego de hacerlo por mi cuenta. Al escribir recreo mentalmente tu viaje y calculo su peso tramo tras tramo.
Nuestras tierras fueron siempre contraste entre belleza y espanto. Hace años el trágico romanticismo se acerca al holocausto.
 

Fiesta
Ellxs se las tomaron, la Mal nombrada y David, y la cruda fue para mí, pienso frente al espejo que no encuentra al simpático de costumbre, esté o no allí, y en su lugar halla un viejecillo vicioso. 
Con qué cara hablo de Inesperadas -con esta, justamente, jeje- y respondo preguntas sobre la que se fue y esperaban encontrar todavía.
Terminé pidiéndole perdón en la madrugada a L, por no entender, y quien debería disculparla es el mundo: ocurrírsele probar con menudo saco de huesos, pequeñitos, para peor. 
Yo y la edad, pestilente historia. Cosas, ya dije hasta el aburrimiento, de quien debe andar girito hasta palmarla pues lo sostiene el día y nada más, para ganarse a lo demás -ellxs y la luz, etc.-en su gracia.
El universo se acomoda poco a poco con cigarros y café, vuelvo al espejo y ya casi soy, tomando en cuenta las graciosadas del plomero, claro.
-Otra vez no jala el calentador -le fui a decir ayer. 
-Es el piloto.
-No mame, si se lo cambió el mes pasado.
-Ah, entonces, el copiloto. 
Total, que acabalo tres días sin bañarme y apestar nunca hubo modo y siempre sí se nota, cómo no.
-Es que el cuerpo pide su líquido -puntual anotó el taxista del jueves, hallándonos hoy en sábado.
La Mal, alias Tera, se volvió a dormir. Voy a metérmele bajo las sábanas, ándaseme ocurriendo por primera vez, bien cuidadoso de no ahuyentarla. 
Es que, caray, la vieran punto peda con carita de niña pícara. Para comerse de un bocado, no por mí, desde luego, y luego su cuerpo como leche fresca al ladito en mi cama de hermanos hace un rato, vocecita de pájaro que hablaba del pueblo, de la abuela, del maíz desgranado, de los cerdos criollos, tan chulos los cabrones y hasta se comen.
Puse una foto y la retiro. Queda el pie: 
No, pues panza de pulquera no tiene, y debería, jeje.
Entre borrachxs, sé hace mucho, sobro, por alcohólico natural que sea, y únicamente el esfuerzo de la Mal en incluir a todxs me salvaba anoche, bien alicaído un rato que estoy pagando pues la cruda viene de ahí.
Nadie más que los dos mentados llegaron a la fiesta con tres fechas cambiadas en dos semanas, por remilgoso el personal. Quesque el Kikito Veneno, el Tobi, la Espe, el Gross, la Sofi, la Fanny y el Dos, la Nirva, el Tona, iban a caerle ¡y cuándo! 
Por no dejarnos solos la Tera se perdió al Apolo. 
Llega una tentadora invitación para juntarse con la familia respectiva.
Bandota chidísisma, atenta invitación. Los esperamos en la Oaxaquita hoy para despedir un año lleno de gente hermosa, maravillosa y grillosa Emoticono heartE de Lerdo y D en la Warrior of course ...
En la madrugada les entró la romántica a los dos únicos festivos invitados.
Mientras, se produce una equilibrada conversación con L.
B ¿Ya compraste el boleto pal conicerto?

  • Estaría simpático tanto taloneo para no alcanzar lugar jjjjjjjjjj
  • 12:14
    Pues ya no hay
    El otro día fui a preguntar y quedaba uno en la fila 18
    Y otro en la.fila 16 pero en las esquinas
  • 12:15
    ¿Y entonces?
  • 12:15
    Y el que quiero en la reventa cuesta 4000
  • 12:17
    ¿Eres capaz de comparalo?
  • 12:18
    Tú Que crees?
  • 12:18
    Pues si pa eso trabajaste...
    Total, loca seguirá comprándolo o no jjjjjjjjjj
  • 12:19
    Además es para molestar a mi mamá
  • 12:19
    jjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjj Pues no se hable más. Los chones nuevos a ver de dónde salen jjjjjjjjjj
  • 12:20
    Jajaja de ella
    No me quiso regalar nada de navidad
  • 12:21
    ¡Qué malvada jjjjjjjjjjjjj
  • 12:21
    Así es
    Jajaja quería unos tenis y me abrió

  • Estaría simpático tanto taloneo para no alcanzar lugar jjjjjjjjjj
  • 12:14
    L  Pues ya no hay
    El otro día fui a preguntar y quedaba uno en la fila 18
    Y otro en la.fila 16 pero en las esquinas
  • 12:15
Citando

Escuché a Alejandra Pizarnik:

"Y tantos sueños unidos, tantas posesiones, tantas inmersiones, en mis posesiones de pequeña difunta en un jardín de ruinas y de lilas. Junto al río la muerte me llama. Desoladamente desgarrada en el corazón escucho el canto de la más pura alegría.

"Y es verdad que he despertado en el lugar del amor porque al oír su canto dije: es el lugar del amor. Y es verdad que he despertado en el lugar del amor porque con una sonrisa de duelo yo oí su canto y me dije: es el lugar del amor (pero tembloroso pero fosforescente)."

¿Qué la relacionaba con Doris Lessing?

"Ser rebelde lleva la vida entera,

borrarte los privilegios de la piel,
inscribirte en la soledad del desacuerdo,
dejar atrás a los usurpadores....
No hay premio a una rebelde
más allá de poder regar sus flores en el tiempo que apropia,
salir a dar de comer a las aves una mañana donde el capital devora,
sonreír con los dientes maltrechos ante la desventura del desayuno,
ser indigente en la casa que nadie sueña.
Las rebeldes saben de qué están hechos los premios,
rechazan los mendrugos que lanza la mano del opresor.
Una rebelde tiene como único premio la vida,
porque de ella nadie se apropia,
en ella nadie la usurpa,
porque es la única tierra propia de cada rincón donde duerme.
Su rebeldía alcanza siempre a cobijar el
desánimo del progreso
y si de paso una rebelde tiene la alegría
en soledad, ha vencido al mundo."

Luego fue Macbeth:

"Creí escuchar una voz que gritaba ¡No volváis a dormir,
que Macbeth mata el sueño! , el inocente sueño,
el sueño que teje sin cesar la maraña de las preocupaciones,
la muerte del ir viviendo cotidiano, baño de la fatiga,
bálsamo de las heridas de la mente, plato fuerte en la mesa de la Naturaleza,
principal alimento del festín de la vida."
También paseó por aquí Foucalt: 
"Las escuelas sirven a la misma función social que las cárceles y los psiquiátricos."
Y Marcel Schowb citando a su Monelle, que habla de la fidelidad al momento. 
Como siempre, Aimé Césarie remató:
"Quien no me comprenda no comprenderá el rugido del tigre
Es mío un hombre solo preso de blancura un hombre solo que desafía los gritos de la muerte blanca (TOUSSAINT,TOUSSAINT L'OUVERTURE) un hombre solo que fascina al gavilán blanco de la muerte blanca"
Eterna y los sueños

La canción fue regalo de la Mal nombrada para mi amita, tiempo atrás, y hoy, palabras aparte excepto el coro, acompaña bien nuestro amor, ¿verdad, Eterna?, cuando a este lado Mar propone pasionales encuentros una vez se pueda y mientras jugamos con intenciones.
¿Qué edad tengo? Con Eterna recién llegué a los cuarenta y cuatro y para quien espera el fin de la pandemia casi treinta más.
Pondré, pues, una segunda tanda de diversas intenciones, que mezclen.

Tercamente otros sueños cuentan la fantástica reunión con esa primera mujer inigualable y cómo dos décadas y dos hijos después el amor permanece sin mácula.
-De no verlo no lo creería -dice alguien.
-Son profesionales -agrega cualquiera al paso.
Afirman que hacemos diagramas para asegurar el bien único, descubierto por ambos a un tiempo y para siempre.
-Me traicionas -escribe imaginariamente P desde su aldea mágica, donde está recluida contra la virtualidad.
-Nunca -respondo. -Ni a N. Es solo que ella llegó cuando yo tenía veinticuatro años. Entonces, imposible conocerlos. Y lo perfecto ha de serlo por fuerza.
-¿En sueños?
-No, vigilia pura ya.

Equilibrista
Ser un loco en nivel prudente tiene su encanto y ayuda a la percepción del mundo, nietos. 
Eso me digo al auténtico despertar, sistemáticamente con cruda por el día anterior, como viejo equilibrista profesional que no conoce de alcoholes.
Olvidé cuántos años llevo sobre el alambre, cayendo cada tanto, a veces rompiéndome la crisma.
Prodigio de supervivencia, no hay madrugada sin borrachera. Mí Mismo se llama lo que por litros consumo en soledad.  
La Inesperada, la Mal nombrada, la Hermanita, el Doc, me velan, hasta hoy con relativo éxito. ¿Y mañana, que empezó hace dos horas?  
Musicalizado como película de David Lynch, si ya protagonicé Terciopelo Azul, Salvaje de Corazón y Munholland Drive, ¿por qué no Imperio, en adelante?
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¿Ocho seguidores y ciento treinta mil entradas a un blog en seis meses? Así es el viento o mundo virtual, ¿no, S y E?, aun durante estos primitivos tiempos que ustedes contemplarán sonriendo al llegar a la adolescencia.
Doce treinta y cinco p.m., dice mi pantalla, y abrí los ojos media hora atrás y sólo porque el novio de la sobrina adoptiva irrumpió en este departamentito cuya puerta no cierro al dormir. 
La resaca es severa y por un instante me sentí borrado del planeta. Ni quien se sorprenda incluso hoy que inicia la larga carrera por el proyecto personal y colectivo. Tengo miedo, creo. Miedo virtuoso, advirtiéndome.
-¿Preparó algo, don, o hará como siempre? -preguntó anoche la Tera con un jjj final. 
-Un guión. Se lo paso. Está rarísimo, jjj.
Nos referíamos a mañana, cuando hará cabriolas para acompañarme al taller número quince. El de esta tarde, espléndido Dos, está bajo control... por ahora, pues nos echamos un gran reto a cuestas, ella, Sofi y yo.
Mientras, Nadia hace magia buscando recursos que permitirán echar a andar el Dieciséis como apéndice de un proyecto todavía más complejo. Los tres, desde luego, en colaboración con otras loquitas y loquitos, a la manera de todo. 
¿Qué mejor última función para quien diez años atrás se echó al Níger en compañía del abuelo? 
Mi camino fue siempre hacia dentro y no hacia afuera, recuerden, nietos.

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Una viñeta anterior a esta adelanta que no ando aquí y allá al solo arbitrio de mis sueños y si en ellos paseo como el ave fenix, digamos, tan o más sistemáticos son mis compromisos con la tierra, acumulando crónicas sobre el país. Pueden encontrarse en otro cuaderno: La ilusión viaja en tranvía


Retratos
Aquí al lado selecciono fotos en las que aparezco. En otras se ve a un hombre decrépito. El fenómeno no es nuevo y esta vez tras horrorizarme pienso: Son imágenes de mí y también se retrata la realidad.
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Para nadie es fácil andar, E y S. Yo camino más bien hacia dentro desde niño. 
Esta madrugada en otra ciudad escribí una viñeta. Buscando resolver el galimatías que escribí sobre los desastrosos años en la universidad, me contrasté con V. 
El viaje ayudaba preguntándose ¿Por qué contribuyes a organizar lo que parece sin pies ni cabeza? La respuesta estaba en ese laboratorio humano de dos días. 
Tomé el autobús para llegar a un segundo acto totalmente distinto y también en principio fallido. En principio...
Las fotografías que envían ahora encarnan eso, el abismo del minuto. Cómo sorprenderse por ellas. 
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Sale sobrando si mi mal aspecto a ratos viene de una enfermedad provocada por un farsante justo cuarenta años atrás y descubierta hace apenas cuatro, cuyos otros síntomas pasé por alto pues contra lo que suele pensarse no soy frágil ni asustadizo y así donde a Ella le salió una X y por ello quiso suicidarse, yo crié cincuenta y cuatro -quizás tengo el récord mundial en la materia.
Incluso sin padecimientos mi facha habría sido extraña cuando menos momentáneamente, si recordamos, nietos, una viñeta que me encuentra en la segunda infancia horrorizado frente al espejo. 
El espanto que se dibujaba venía no de Uno, mi hermano pequeño, plena sonrisa e ingenua cavilación, y si estaba en las diarias torturas de él, también en otras muchas cosas. La realidad aparente delataba su interior por esa suma que debería relatar Desde la azotea I
Camina hacia dentro, fue el mandato, entonces. Eso hacía en los desastrosos años universitarios -además de perder el tiempo placenteramente, jeje-. Y eso hice en el breve viaje y su regreso, con que empiezo aquí. V marchaba en dirección afuera.
Usar la realidad en torno como fuente directa de lo que escribo a veces es un grave problema, como ahora. No quiero lastimar a Tal y Cual y lo haría si ilustro el laboratorio humano de un par de días. 
Diré únicamente que mis peores fotografías allí las producían quienes escogieron por el exterior. Daban una conferencia con el título Somos muertos en vida. De eso se trata todo
 
¿Memorias de mis tiempos o qué otra cosa?
 Pensé en los cuadernos como una especie de memorias de mis tiempos, imitando a Una juventud en Alemania, escrita por Ernest Toller durante el primer siglo XX. Desde luego no lo conseguiré, por lerdo y caótico. ¿En cualquier caso qué lugar ocuparía en ellas esta Última función, si tiende a recoger lo más personal?
Debería incluir a la Revolución mundial, según llamo a la que emprendimos Lupita, maestra michoacana de armas tomar, y otros alborotadores y alborotadoras a quienes la moderada Cuarta Transformación no deja espacio, al menos hasta ahora, pues por fortuna todo se acelera gracias en parte al nuevo impulso latinoamericano y la crisis civilizatoria.
Tendría también que siquiera aludir a La crónica interminable, donde el abuelo y yo viajamos siglos arriba y abajo por muchas partes. Pero no encuentro los cómos.
Tómese en cuenta, al menos, entonces que todo lo presiden palabras del siguiente tipo:
"No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.
Las criaturas de la luna huelen y rondan sus cabañas.
Vendrán las iguanas vivas a morder a los hombres que no sueñan
y el que huye con el corazón roto encontrará por las esquinas
al increíble cocodrilo quieto bajo la tierna protesta de los astros.

"No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.
Hay un muerto en el cementerio más lejano
que se queja tres años
porque tiene un paisaje seco en la rodilla;
y el niño que enterraron esta mañana lloraba tanto
que hubo necesidad de llamar a los perros para que callase.

"No es sueño la vida. ¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta!
Nos caemos por las escaleras para comer la tierra húmeda
o subimos al filo de la nieve con el coro de las dalias muertas.
Pero no hay olvido, ni sueño:
carne viva. Los besos atan las bocas
en una maraña de venas recientes
y al que le duele su dolor le dolerá sin descanso
y al que teme la muerte la llevará sobre sus hombros..."
Federico García Loca. 

Quijositosis
"El análisis psiquiátrico de Alonso Quijano, más conocido como Don Quijote de la Mancha"(1), afirma un psicópata hablando de psicopatías -como un burro si lo hiciera de orejas-, pues se trata al manchego, ya se ve, tal si hubiera vivido, con alias y todo, a la manera de los criminales reportados por diarios -sigámos cebándonos en el tipo, español y confesional si atendemos al nosocomio donde presta servicios, o está internado, digo yo, que sufro quijotisitosis y por ello consulté a nuestro big brother tumbaburros, quien, volviendo aquí al principio, con justicia remite a las orejas y al portador de ellas, siempre que sean largas, largas, termino mi aclaración recogiendo el hilo, ese cuya punta tomo para enredarlo allí mismo, trompas de Eustaquio afuera, y es cuento de no acabar cuando habla un nacido en un lugar del Distrito Federal, México, de cuyo nombre no quiero acordarme -vaya, vaya, hasta amnesia procuro y no está confirmado que la padezca, ¿o sí, Tiburcio Angosto Saura? (uy, tal vez nos embromaron, por el primer apellido, o pobre facultativo, sus condiscípulos debieron traerlo como trapo y ahora lo imagino, paso tras paso apretando el culo).
Creerse ocurrente, como en ese párrafo, es un rasgo de mi enfermedad, y realmente comparto caraterísticas con don Alonso: vejez, soledad cósmica e hijohidalguismo que conduce a la molicie y cierta conciencia de ser alguien por estirpe -algo parecido a Tuve o tuvimos y así me corresponden derechos que el peladaje no conoce y le dan rencor y miedo. 
Dispongo de amas que me atienden y hasta hay un párroco para procurarme.
Versión moderna del buen hombre aquel, a diferencia suya me habrían mandado al psiquiátrico y sigo en casa por comodidad para los míos, quienes se despreocupan y creen incluso ando mejor que bien y venzo gigantes, perdularios y malditos -genética es genética y algo les heredé.
En resumen, estoy llocu, como dicen en tierras de mis padres, y no de atar porque nadie se atreve, que a valor supero hasta, no el Amadis, vetustísimo y mal escrito, sino al propio Che Guevara -perdoneme enlododarlo con mis dichos, hermano por quien conservo algo de razón, y conmigo todas y todos aquí, donde nos lleva la mierda y apenas un ¡ay! soltamos, y así mi mal ya no lo es tanto, que, efectivamente, uno que otro molino bato, para nada y mucho, remedo pobre del genial caballero y triste figura también, al apercibirme, y esa desgracia no la padeció él, de cuán inútil soy y cuánta derrota cargan estos huesos.
Apreciése el nivel de desequilibrio, creyéndome emular al nuevo mismísimo Quijote. Se confirma así mi proximidad al personaje novelado, enfermo de letras que él comía y yo vomito.
Para que nada falte y con personal variación, tuve mi Dulcinea, literal ensueño y no premio sino gratuito adelanto, pues para obternerlo no tenía a quienes vencer, malos, buenos o regulares, que duro dos meses y al final pudo matarme por su súbita marcha, tras la cual quedé sin saber si ahí estuvo o fue tan más invento que librar el planeta y conquistar los cielos con mi pluma -rara ella, teclada y vaya a saberse contra dónde da y deja su maravilloso producto al futuro loa, oda, reverencial conmigo, como Ella a mis pies por una eternidad, postrada, así ayúntese con otros, espurias copias del Único, yo merito.
  
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